Por Willard Manrique, CEO de Grupo Crosland
La compañía estadounidense Rivian Automotive (fundada en 2009) se perfilaba como el mayor competidor de Tesla debido a la alta valorización que alcanzó tras su salida a bolsa, alcanzando picos de más de 100 mil millones de dólares aun cuando no había producido más de un par de cientos de vehículos.
Amazon y Ford son dueñas del 22,4% y el 12% de sus acciones, respectivamente; no obstante la compañía de Jeff Bezos, que inicialmente había proyectado contar con 100 mil furgonetas eléctricas de Rivian a finales de la década, prefirió cubrir su flota en el corto plazo con vehículos Stellantis (cuyas acciones subieron en 11%). Ford se ha visto beneficiada desde la salida a bolsa de Rivian, registrando una ganancia extraordinaria positiva por 8.200 millones de dólares.
Aunque la valorización de Rivian se había disparado gracias a lo bien recibida que fue su promesa de valor por los inversionistas, sus acciones cayeron en 10% luego de que sus ejecutivos anunciaran la reducción de las expectativas de producción. Que Amazon eligiera a Stellantis por sobre Rivian, también impulsó otra caída en sus acciones. En este escenario, Rod Copes, su director de operaciones dejó Rivian. Tarde o temprano, cualquier compañía se enfrenta al desafío de sustentar su promesa.
Este caso evidencia la importancia de contrastar la expectativa bursátil -que en el caso de Rivian seguirá siendo cambiante- con una propuesta de valor al cliente que responda de manera concreta a las necesidades del mercado. Hay algo que no va a cambiar: las empresas construyen su valor satisfaciendo las necesidades de las personas. Este valor se construye en el tiempo por lo que resulta siendo arriesgado para el mercado “inflar” de manera tan desmedida una expectativa. La expectativa ha sido grande, ya que los primeros vehículos de Rivian han sido galardonados por su desempeño y prestaciones, el equipo humano cuenta con experiencia en la industria automotriz eléctrica y además invirtió en la adquisición de una planta de producción.
Compañías como Tesla o Apple supieron superar esta barrera, sustentando en capacidad productiva, innovación y economías de escala su valor en bolsa. Ahora es el turno de Rivian que ya atravesó su primer “baño de realidad”. A la fecha, la compañía americana está mirando con mucho interés el mercado de las bicicletas eléctricas, para el cual ya creó una nueva marca. Será momento de ver cómo perciben los inversionistas esta evolución y si deciden seguir apostando o esperar a que Rivian sustente en el mercado su promesa de valor.