Hoy en día, los retos relacionados al ámbito laboral no descansan. Constantemente se presentan nuevos desafíos para todos los líderes y colaboradores, más aún con la continuidad de la pandemia. Entre éstos se encuentra la aún reducida participación de mujeres en puestos de liderazgo, evidenciada en un estudio realizado por Aequales, donde solo el 21% de empresas consultadas tienen como CEO a una mujer.
A pesar de las políticas de equidad de género incorporadas por el 58% de empresas en el Perú, según el mismo estudio, muchas organizaciones aún dejan de contratar al perfil femenino, evitando colocarlas en cargos importantes debido a una serie de estereotipos, tales como la idea de que invierten poco tiempo en el trabajo o los estudios por el supuesto cuidado de sus hijos, o que el aporte de las mujeres en las organizaciones no es relevante o diferenciador. Esto nos deja ver que, si bien estas políticas favorecen la incorporación de mujeres en puestos de dirección, no se vienen aplicando correctamente y no son suficientes para enfrentar el problema.
En otro informe titulado Women in the Workplace 2021, realizado por Mckinsey, se muestra, también, que la brecha de agotamiento entre hombres y mujeres durante la pandemia se ha duplicado, donde el 42% de las entrevistadas indica estar muy agotadas. “Frente a este sentir de muchas mujeres, y que se ha intensificado en estos dos últimos años a raíz de la llegada de la pandemia, es necesario establecer políticas que favorezcan el equilibrio familia-trabajo, cambios en los sistemas de evaluación y la migración del trabajo por horarios hacia el cumplimiento de objetivos. Creer que contratar a una mujer no sería rentable debido a la dedicación de tiempo a sus familias o a proyectar que esta crezca es inaceptable, y requiere un cambio cultural necesario en las empresas y la sociedad” explica Inés Althaus, Chair de Vistage Perú.
Por otro lado, uno de los principios de eficiencia y logro de mejores resultados está relacionado con la diversidad de los equipos, de experiencias, formación, y pensamiento, explica Althaus. Es ahí donde el aporte de las mujeres contribuye al crecimiento y la competitividad de las organizaciones. Actualmente, se valora mucho al líder empático, vulnerable, que no tiene todas las respuestas y que construye equipos sólidos basados en la confianza y el cuidado mutuo. En ese contexto, según el informe de Mckinsey, se observó que las mujeres líderes hacen más por ayudar a sus colaboradores, dedican más tiempo a las personas y están un 60% más propensas o comprometidas a brindar apoyo emocional, logrando así mejores resultados.
Ha quedado en evidencia que, sin el soporte de las mujeres en el hogar y en las empresas, la crisis de la pandemia hubiese sido mucho más difícil de superar. Este hecho confirma dos puntos importantes: primero, que mujeres y hombres debemos tener iguales derechos y la oportunidad de compartir las responsabilidades en todas las áreas que lo requiera, desde el hogar hasta el mundo laboral; y segundo, que las organizaciones deben estar dispuestas a adaptarse a las necesidades de las mujeres, en cierta medida, sobre todo a aquellas que pertenecen a ese 60% de madres con hijos pequeños que dedican cinco o más horas al día a las tareas domésticas y al cuidado de los niños. Este cambio fundamental de accionar y pensamiento, será relevante para el futuro exitoso de las organizaciones y la sociedad.