Por: Didier Saint Georges, Managing Director y Miembro del Comité de Inversión Estratégico
Transcurrida más de la mitad del año, se mantiene la lectura respecto a los mercados globales: un equilibrio de fuerzas entre la debilidad del ciclo económico mundial y el apoyo de las políticas monetarias de los bancos centrales. A pesar de las turbulencias en los planos políticos y geopolíticos, los principales mercados bursátiles han regresado a los niveles que predominaban a fines de marzo.
Las negociaciones de la G20 concluyeron con la idea de que ni China ni Estados Unidos tienen la intención de empujar al mundo a una profunda recesión. La campaña electoral en Norteamérica y el debilitamiento económico generalizado deberían hacer que ambas potencias hagan gala de una cierta prudencia en sus posturas durante los próximos meses.
El contexto económico sigue siendo mediocre en términos generales. En, concreto, la actividad industrial muestra niveles anémicos, aunque la actividad del sector servicios, tradicionalmente menos cíclico, parece resistir aún. Este es el caso de China, donde los indicadores adelantados sobre la actividad industrial confirmaron una tendencia a la baja. De momento, Pekín no parece haber decidido intervenir de nuevo para reactivar el dinamismo. En EE. UU., el ritmo de crecimiento de la inversión no residencial sigue cayendo, penalizado por la incertidumbre vinculada a la guerra comercial.
Este contexto poco atractivo es favorable para los mercados a corto plazo. La coyuntura de un crecimiento débil pero más o menos estabilizado, lleva a los bancos centrales a seguir trasladando un discurso acomodaticio a los mercados, sin asumir un tono alarmista.
Resultaría peligroso intentar determinar las causas de la ralentización mundial: la desaceleración orquestada por China en 2018, los efectos de la guerra comercial o el endurecimiento intempestivo de las políticas monetarias aplicadas el año pasado por los bancos centrales. La combinación de estos factores nos lleva a plantearnos: ¿será suficiente el regreso a unas políticas monetarias más acomodaticias para revertir todas las causas de la desaceleración económica global?
Al corto plazo, resulta poco relevante. Es probable que los mercados vuelvan a conformarse con el voluntarismo renovado de los bancos centrales. A medio plazo, el desafío tiene importancia fundamental: la posibilidad de recurrir al arsenal presupuestario a gran escala. Se plantea la cuestión de las consecuencias que tendría hacer uso de este recurso para los mercados de renta fija y renta variable, habida cuenta de que en los últimos diez años estos solo han sido objeto de represión financiera y disciplina presupuestaria.