Consideran un ecocidio ambiental derrame de zinc en el río Chillón

  • Universidades tienen rol protagónico en la investigación en biorremediación

Un nuevo daño a la ecología ha provocado el accidente en el que se derramó 34 toneladas de zinc, provenientes de Alpamarca, Compañía Minera Chungar S.A.C. del grupo Volcán, en la cuenca alta del río Chillón ubicado en el sector Cullhuay, distrito de Huaros, en la provincia de Canta.

“Este hecho es un ecocidio ambiental en la cuenca alta del río Chillón, pero la OEFA, de acuerdo a las competencias, no supervisa a la empresa minera porque no hay obligaciones ambientales en su Instrumento de Gestión Ambiental (IGA) respecto a emergencias ambientales ocurridos por volcadura de vehículos fuera de la unidad fiscalizable. En este caso, la supervisión la ejerce actualmente la Fiscalía Especializada en Material Ambiental de Lima Norte, que debe dar respuesta a lo sucedido”, indicó Alberto Huiman, profesor de la carrera de Ingeniería en Gestión Ambiental de la Universidad ESAN.

Daño a las especies

Huiman, Dr. En Ciencias Ambientales, explicó que los metales se acumulan en los seres vivos y atraviesan la cadena trófica pudiendo llegar hasta la ingesta por seres humanos. Por ello, el derrame de zinc acontecido representa un gran riesgo para la salud de los seres vivos en general.

En ese sentido, el experto analizó los siguientes aspectos:

Toxicidad por zinc: Si bien el Zinc tiene importancia en la salud de los seres vivos, cuando este metal supera las concentraciones naturales, puede generar efectos tóxicos. En el caso del ser humano, considerando una vía de exposición por ingesta, puede causar dolor abdominal, náuseas, vómitos, aletargamiento, anemia, mareos, daño gastrointestinal, deficiencias del sistema inmunológico, déficit neuronal, incremento de los niveles de colesterol, arritmia cardiaca, entre otros efectos. Asimismo, afecta la fisiología y la supervivencia de plantas, microalgas, crustáceos, hongos, peces y demás seres vivos. El zinc es un metal bioacumulativo.

Gestión de derrames minero:  Se debe informar, en un lenguaje adecuado y de fácil comprensión, a la población del ámbito de influencia del impacto, sobre las acciones de supervisión realizadas y los resultados; así como el estado actual de la ejecución del plan de contingencia del responsable del derrame y de las medidas según las escalas de mitigación. Ante el riesgo de exposición de personas a metales pesados, la Dirección Regional de Salud (Diresa), debe disponer en forma inmediata, acciones de vigilancia sanitaria del agua de consumo humano, así como acciones de vigilancia epidemiológica de la población que se encuentran posiblemente expuestas a metales pesados. También disponer medidas de evacuación, dotación de agua para consumo humano con el objeto de reducir el riesgo de exposición y consecuente afectación a su salud, priorizando la atención a niñas, niños y personas adultos mayores. Y, en caso se identifique factores de riesgo, remitir un informe a los sectores y autoridades regionales competentes para las acciones de control, mitigación y remediación correspondientes. Además, resulta de suma importancia que la Administración Local del Agua (ALA), informe sobre las acciones de monitoreo y vigilancia de la calidad del agua del río afectado y los resultados de la evaluación en forma cualitativa y cuantitativa sobre las fuentes contaminantes que estarían afectando la calidad del agua superficial.

Asimismo, dijo que es importante que la ALA precise si se dictarán medidas correctivas y/o se iniciarán procedimientos administrativos sancionadores contra el responsable en relación con el derrame de relave reportado y sobre las acciones de coordinación realizadas con otras entidades a fin de velar por la protección del agua, que incluye la conservación y protección de sus fuentes, de los ecosistemas y de los bienes naturales asociados a esta.

Biorremediación como alternativa a la contaminación por metales pesados:

Para Mayra Arauco, directora de la carrera de Ingeniería en Gestión Ambiental de la Universidad ESAN, corresponde: mitigar, remediar o compensar el daño provocado. “Se han desarrollado técnicas especialmente para el tratamiento y remoción de este tipo de elementos contaminantes del medio acuático, las mismas pueden considerarse como convencionales refiriéndonos a las normalmente usadas para la remoción de metales pesados (filtración por membrana, intercambio iónico, adsorción, precipitación química, electrocoagulación, coagulación-floculación entre otros) y las no convencionales, las cuales hacen referencia a procesos innovadores para la remoción de metales pesados en aguas”, señaló.

Arauco agregó que la biorremediación, entendida como la aplicación de microorganismos, hongos, plantas o las enzimas derivadas de ellos para la restauración del ambiente, podría ocupar un lugar importante. Esta tecnología actúa a través de las intervenciones de la diversidad biológica para los propósitos de mitigación, y siempre que sea posible, la eliminación de los efectos nocivos causados por los contaminantes ambientales en un sitio dado.

A su turno, Huiman consideró que las universidades tienen un rol protagónico en estos casos, ya que la investigación en biorremediación debe hacerse de manera transdisciplinaria, es decir, coordinando las disciplinas hacia un objetivo común y tener en cuenta el potencial de las diferentes biotecnologías en cada caso particular.