Por Bartolomé Ríos, Chair de Vistage Perú
Existe la interrogante de que, si las empresas tienen un papel preponderante en la recuperación de lo que podríamos llamar un “proyecto país”, si no nos involucramos de verdad, ¿Les estamos dejando el país en bandeja a quienes no tienen ningún otro interés que el suyo propio?
Hace un tiempo conocí a la persona encargada de seleccionar anualmente a 4 niños para un equipo de fútbol. Me contó que su trabajo era muy fácil, porque usualmente se presentaban unos 2,000 candidatos. Encontrar a 4 muy buenos no es un desafío, me decía, mi mayor preocupación es tener que rechazar a 1,996 niños.
Perú es un país sin suficiente clase media, centralizado en Lima y concentrado en bienes primarios. Es decir, es un país en el que a muchos les sucede como a los 1,996 niños: se quedan fuera del partido. Esta es nuestra realidad estructural, una realidad altamente volátil que impide la masificación de empresas medianas robustas.
No cabe duda de que no hay Perú sin empresas. Tampoco, de que no hay empresas sin Perú. Ahora bien, ¿quién se encarga? o ¿nos motiva contribuir o nos mantenemos al margen?
Específicamente, ¿qué puedo hacer yo, independientemente de lo que hagan o dejen de hacer otros? Es imperativo que prioricemos no solo lo necesario para lograr buenos resultados en nuestras empresas, sino que demos el mismo nivel de importancia a trabajar por el éxito de todas las empresas.
¿Cómo lo logramos? Ofrezco dos planteamientos:
Primero, comprensión. Necesitamos entender que el país solo se va a desarrollar si crecen la clase media y las que se conocen como ciudades intermedias, ciudades que demanden empleo calificado de manera ascendente. Es necesario entender que estas crecen principalmente gracias a las empresas medianas. Un buen tejido empresarial de empresas medianas le da capilaridad a la economía y constituye la piedra angular para la mejora sostenida del bienestar de la población.
Segundo, evolución. Las empresas medianas lograrán jugar su papel en el país si la comunidad empresarial en conjunto, prioriza, entre otros, cuatro pilares fundamentales: el talento, la probidad, el profesionalismo y el aporte a la comunidad. Si los empresarios logramos que nuestras organizaciones evolucionen a partir de estos cuatro pilares, el terreno sí será fértil para el crecimiento de la clase media.
Apostemos sistemáticamente por las empresas medianas en el Perú.