El último reporte de Climate Bond Initiative (CBI) reveló que en el 2021 se emitieron cerca de US $1.1 billones de bonos verdes, a nivel mundial. Sólo en Latinoamérica, se emitieron bonos verdes por US$ 48.6 mil millones emitidos en el primer semestre del pasado año en comparación de US$ 16.3 mil millones en 2020.
Para Adriana Cuéllar, country manager de Libertex, esta tendencia demostraría un crecimiento en las inversiones que constituyen las finanzas sostenibles. “Vivimos en una crisis climática que avanza rápidamente. Las compañías comienzan a asumir su responsabilidad y trabajar en la gestión de su su impacto ambiental y huella de carbono. Eso ya no solo se traduce en acciones de marketing o de RSE, sino que se tiene una mirada más sostenible y estratégica, que involucra el ámbito financiero”, sostiene.
La especialista señala que el desarrollo del mercado de bonos verdes en Perú es aún incipiente y posee un gran potencial para las inversiones verdes; de igual modo, el uso de las tecnologías digitales emergentes puede mejorar la eficiencia, la toma de decisiones y aumentar la competencia de las organizaciones.
Bonos verdes y tecnología digital
Cuéllar sugiere que la integración de las tecnologías digitales y la sostenibilidad componen una mayor oportunidad estratégica en el sector financiero y en otras industrias. “La emisión de bonos verdes debe pasar una escala de auditorías y debe estar alineada a los ‘Green Bond Principles’; y en la actualidad, se ha encontrado en la tecnología y la digitalización una herramienta que ayudaría a acelerar su emisión, y es el uso de ‘blockchain’, puntualiza.
En el informe “Blockchain: Gateway for sustainability linked bonds” del HSBC y Sustainable Digital Finance se revela que la tecnología blockchain permitiría un ahorro de 10 veces los costos de la emisión de bonos, consiguiendo que proyectos y compañías de todos los tamaños puedan emitir estos títulos, creando oportunidades a un portafolio amplio de proyectos verdes y sostenibles.
Blockchain y el negocio de bonos verdes
El ‘blockchain’ es una cadena de bloques, los cuales poseen información codificada de una transacción en la red, permitiendo la transferencia de datos (o valor) con una codificación segura, a través de la criptografía. Por lo que ninguna transferencia de valor (dinero o activos) será verificada por medio de un intermediario, sino a través de un consenso, permitiendo almacenar la información en todo momento de manera transparente.
“El uso de esta tecnología puede tener un impacto en la estructuración, distribución, transferencia, pago y liquidación de bonos verdes -al simplificar procesos complejos-, contar con verificación y mantenimiento de registros. Igualmente, el blockchain permite resguardar la información, realizar una trazabilidad del registro de movimientos, sintetizar la transacción, reducir los costos -mediante la utilización de contratos inteligentes- y aumentar la transparencia”, comenta Cuéllar.
Además, el informe señalado sostiene que si se integra el ‘blockchain’ con otras tecnologías -como el Internet de las Cosas (IoT)-, big data, machine learning o Natural Language Processing (NLP) se conseguiría que la transparencia y credibilidad de los bonos verdes sea mayor, dado que este conjunto de tecnologías permitirían monitorear -en tiempo real- el desarrollo de cada proyecto invertido, validar el uso de los recursos y el impacto generado por estos.
Este panorama podría parecer vanguardista, pero no está lejos de lo actual, dado que entidades financieras globales como el Banco Mundial han logrado emitir bonos verdes y tradicionales utilizando 100% esta tecnología.
Según LACADI (Iniciativa Latinoamericana para la Divulgación de Activos Climáticos), aún existen barreras, en el Perú, para la incorporación del cambio climático como una variable en las decisiones de inversión. “Si a la transición a las inversiones verdes se le suman las tecnologías digitales, se convierten en parte de una estrategia clave en el sector financiero. Las inversiones con criterios socioambientales serán imprescindibles para templar las consecuencias -que ya estamos viviendo- del cambio climático, así como otros impactos sociales negativos; además de ser una vía para adquirir una mejor rentabilidad”, concluye Cuéllar.