- Según estudio sobre el contexto de los emprendimientos femeninos en América Latina, las mujeres participan más en la actividad emprendedora que en América del Norte o Europa, para así obtener autonomía económica.
- En América Latina hay más emprendimiento por necesidad, y altas tasas de informalidad.
- Ellas emprenden en una cultura tradicional y de auto-expresión común en nuestros países.
- Los emprendimientos femeninos principalmente se inclinan al sector comercio o servicios debido a la falta de acceso a recursos tecnológicos y la escasa formación en tecnología, por lo tanto, suelen estar menos orientados a la innovación.
- Los ecosistemas de emprendimiento aún están en desarrollo.
Cada vez más las mujeres están iniciando y dirigiendo negocios en el mundo, sin embargo, en un contexto en el que las condiciones de empleo para las mujeres siguen siendo desafiantes, resulta importante analizar los elementos contextuales en el que se desarrollan los emprendimientos femeninos en América Latina.
De acuerdo con el reciente estudio publicado por Centrum PUCP “Contexto económico y cultural de las emprendedoras en América Latina”[1], si bien las tasas de emprendimiento femenino son altas, la participación femenina en la fuerza laboral en América Latina es baja, de hecho, el 51,8% de las mujeres están empleadas en sectores de baja productividad, y de este porcentaje, el 82,2% no están afiliadas a un sistema de pensiones. Para Katherina Kuschel, docente de Centrum PUCP y coautora del estudio, “las mujeres resultan estar usualmente contratadas en el sector de servicios pues tienden a buscar jornadas a tiempo parcial para así poder generar ingresos a la vez que asumir las tareas domésticas y de cuidado en nuestra cultura tradicional”.
El estudio presenta cinco elementos contextuales a considerar sobre la situación de las emprendedoras en América Latina: las altas tasas de emprendimiento de las mujeres; las altas tasas de informalidad; la cultura tradicional y de autoexpresión; las bajas tasas de emprendimientos basados en la innovación y los ecosistemas en desarrollo.
En este contexto, la evidencia sugiere que la principal razón por la cual las mujeres en América Latina comienzan nuevos emprendimientos es porque perciben el emprendimiento como una forma de conciliar el trabajo y la vida familiar para así obtener algo de autonomía económica. “Estamos hablando de mujeres que se dedican al emprendimiento motivadas principalmente por la necesidad, no por la oportunidad, con condiciones menos favorables en el mercado laboral y con un Estado que no está enfocado en programas de formación y empleo. Esto las redirige hacia el autoempleo, un autoempleo enmarcado muchas veces en la informalidad”, comenta Kuschel.
Según apunta el informe, las mujeres con menores niveles de educación tienden a ser más empresariales y se asientan en el sector informal y por lo tanto menos orientado a la innovación. Esto se debe, entre muchos factores, a la falta de acceso a recursos tecnológicos y la escasa formación en tecnologías de la información y la comunicación lo cual las motiva a inclinarse por el sector de comercio y servicios.
Frente a esta realidad, resulta vital promover programas de entrenamiento que ayuden a las emprendedoras por necesidad a reorientar sus negocios de subsistencia hacia oportunidades de mercado. “Las mujeres merecen condiciones más estables para competir en el mercado apoyadas por políticas públicas de empleo con perspectiva de género que les permita mejorar su autonomía económica, ampliar sus derechos y les puedan acceder a la protección social”, culminó Kuschel.