Chile es el segundo país latinoamericano con la peor calidad del aire según el último informe de IQAIR con un promedio de 22,2 microgramos por metro cúbico, cuando lo máximo debiera ser 2,5 de material particulado.
La mala calidad del aire genera efectos nefastos en la salud pública, que van desde enfermedades respiratorias, circulatorias, cáncer y alteraciones en la función cardiovascular, sumado al incremento en los gastos de salud, además de influir en el desempeño laboral y escolar por los síntomas asociados. Incluso podemos hablar de fallecimiento a temprana edad y su contribución al cambio climático.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 99% de la población mundial respira aire que excede los límites recomendados por el organismo internacional. Y de acuerdo con el último reporte del estudio de Lancet Countdown Sudamérica, Chile y Perú son las naciones con mayor tasa de mortalidad prematura atribuible a la exposición sistemática a la contaminación del aire, siendo nuestro país quien lidera este lamentable ranking con 240 muertes por millón de habitantes.
“En Chile, podemos destacar como principales fuentes de contaminación del aire los medios de transporte, las actividades industriales y la calefacción de las viviendas mediante combustión de leña. Al hablar específicamente de las compañías, lo que éstas deben hacer es avanzar más hacía la reducción de las emisiones de contaminantes y material particulado o monóxido de carbono, compuestos orgánicos volátiles, óxido de nitroso, entre otros que, además de tener efectos primarios y directos sobre la salud y la calidad de vida de las personas, también tienen el potencial de producir otros contaminantes secundarios en la atmósfera como el ozono, y generar aún más problemas a la salud del ser humano”, explica Cristian Bustos, experto en medio ambiente y cofundador de Beeok, desarrolladora de herramientas tecnológicas para la sostenibilidad.
Actualmente, el país cuenta con normativas primarias de calidad del aire, a través de las que se busca proteger la salud de la población de los efectos de la contaminación. Sin embargo, los estándares que contienen responden a acuerdos que se relacionan con los objetivos de salud, desarrollo y productivos de cada Estado, por lo que, muchas veces, son insuficientes para cumplir su fin.
En opinión de Bustos, estaríamos al debe en esta tarea. “Es fundamental iniciar protocolos de medición honesta, precisa y transparente; ese es el único camino viable que tenemos hoy para hacer frente a problemas de polución atmosférica”, enfatiza.
Además, añade que “No podemos disminuir aquello que no es medible, por lo que debemos hacer uso de todas las herramientas a nuestra disposición para lograrlo, ya que este problema no sólo provoca la pérdida de vidas humanas, sino también, costos económicos para el Estado y el deterioro considerable de la calidad de vida de las personas, de la flora, fauna y el suelo”.
Para el CEO de Beeok, los grandes desafíos serían reducir las emisiones al máximo, cambiar a tecnologías de baja emisión y usar combustibles más sustentables, reducir o evitar el uso de transporte privado.