La economía de Ecuador se ve profundamente afectada por la actual crisis desencadenada tras la desaparición del líder criminal Adolfo Macías. El martes pasado, el presidente Noboa declaró la existencia de un conflicto armado interno, instando a las fuerzas armadas a «neutralizar» grupos que describió como «organizaciones terroristas». Esta declaración ha llevado a la implementación de un estado de excepción de 60 días, con toque de queda nacional y patrullaje militar en las calles.
La economía, ya afectada por la pandemia, ahora enfrenta desafíos adicionales derivados de la crisis actual. La dependencia histórica de las exportaciones de petróleo, la falta de amortiguadores macroeconómicos, la limitada accesibilidad a los mercados de capitales y la elevada informalidad están entre las debilidades estructurales que la crisis actual destaca.
Además, la reciente desaceleración económica, exacerbada por un aumento de la inseguridad vinculado al crimen organizado y la incertidumbre política, ha dejado al país enfrentando una serie de desafíos considerables. La anticipación de las elecciones presidenciales y legislativas como respuesta a la agitación política es un ejemplo de las tensiones internas.
En este contexto, la nueva administración se encuentra ante la tarea urgente de sentar las bases para un diálogo que propicie un desarrollo más inclusivo, sostenible y resiliente. La recuperación económica de Ecuador se vislumbra como un proceso complejo que requerirá no solo la superación de la crisis actual, sino también la abordación de problemas estructurales de larga data que han quedado expuestos por estos eventos tumultuosos.