En 2024, los precios del cobre alcanzaron un máximo histórico, superando los 11.000 dólares por tonelada.
A principios del 2024, los precios del cobre comenzaron a escalar, alcanzando un máximo histórico por encima de los 11.000 dólares la tonelada a mediados de mayo. Este comportamiento ha sido impulsado principalmente por la creciente demanda de cobre a nivel mundial.
Expertos señalan que varios factores han contribuido a esta tendencia. La transición hacia energías más limpias, el auge de la inteligencia artificial, el desarrollo de nuevo armamento y la presencia cada vez más consolidada de los vehículos eléctricos han sido determinantes en el aumento de la demanda de cobre.
En el caso de la movilidad eléctrica, la cantidad de cobre necesaria para su funcionamiento es significativamente mayor que la requerida en los motores de combustión. Mientras que un motor de combustión emplea cerca de 15 kilogramos de cobre, uno eléctrico necesita alrededor de 70.
El impulso en la demanda de cobre también se ha visto favorecido por las medidas implementadas por China para estimular su economía, considerando que es el mayor importador de cobre a nivel mundial.
Sin embargo, existen preocupaciones sobre la comercialización del cobre, ya que la falta de inversión en la minería de metales básicos podría acentuar los problemas relacionados con la escasez de esta materia prima.
Según datos de la consultora McKinsey, se estima que la demanda anual de cobre podría aumentar en seis millones de toneladas para el año 2031. No obstante, la puesta en marcha de nuevas mineras podría tardar más de diez años, lo que plantea desafíos significativos para satisfacer la creciente demanda.
Este aumento en la demanda de cobre ha generado un gran impacto en los mercados globales, y se espera que continúe siendo un tema de relevancia en el futuro próximo.