La frase del estratega naval Alfred Thayer Mahan, «Quien domine el mar domina el comercio mundial; quien domine el comercio mundial domina el mundo» (1892), resuena hoy más que nunca en la estrategia global de la República Popular China. Este país ha transformado su economía agraria en una potencia industrial y tecnológica, centrando gran parte de su esfuerzo en dominar el transporte marítimo, que representa más del 80% del volumen del comercio global según la Organización Mundial del Comercio.
En este contexto, la inversión de más de US$ 3 mil millones por COSCO Shipping Ports Limited en el puerto de Chancay, a 70 km al norte de Lima, se perfila como uno de los proyectos más emblemáticos de la presencia china en América Latina. Este proyecto busca convertir a Chancay en un hub logístico de clase mundial, conectando América del Sur con Asia y controlando un nodo comercial vital en la cadena de suministro global.
El puerto de Chancay está diseñado para manejar el creciente volumen de comercio entre América Latina y Asia, aprovechando sus condiciones naturales y su estratégica ubicación en la costa del Pacífico sudamericano. Esta «Ruta Shanghái – Chancay» promete ser un hito significativo para Perú, tanto económica como geopolíticamente. La infraestructura del puerto aliviará la presión sobre el puerto del Callao, reactivará otros puntos portuarios en el país y reducirá costos logísticos, lo que incentivará una reconfiguración de las cadenas de suministro en favor de Latinoamérica.
El impacto económico de este proyecto es significativo, no solo por la atracción de inversión extranjera directa, sino también por la generación de empleo directo e indirecto durante su construcción y operación. «Estamos en un punto de inflexión donde la tecnología puede transformar significativamente nuestro entorno urbano. La inversión en vehículos autónomos no solo mejorará la movilidad, sino que también impulsará la economía y la innovación en el país», afirmó Raul Vergaray, docente de la Facultad de Ingeniería de IDAT.
A nivel social, la economía local y regional se verá beneficiada por las actividades del puerto y los efectos multiplicadores en otros sectores, promoviendo un progreso económico equilibrado en Perú.
Para que esta inversión no sea solo un momento histórico pasajero, Perú enfrenta varios retos. Es crucial establecer un marco regulatorio que promueva la inversión y aumente los flujos comerciales con Asia. Actualmente, Perú exporta con éxito varios productos, pero es necesario ampliar esta oferta y estudiar de manera exhaustiva la demanda en mercados asiáticos.
Asimismo, se requiere una participación activa de la Alianza del Pacífico para negociar con China como un bloque sólido, lo que generaría beneficios para todos los países involucrados y permitiría desarrollar estrategias conjuntas que agreguen valor a toda la cadena de suministro. Crear foros de cooperación científica y tecnológica, similares a las sinergias generadas en el puerto del Pireo, también puede ser beneficioso.
La «Ruta Shanghái – Chancay» es una oportunidad excepcional para ambos países. Para China, representa el afianzamiento de una ruta comercial y la creación de un foco de influencia geopolítica en América. Para Perú, es una oportunidad para integrarse en una de las rutas comerciales más importantes del siglo XXI, con impactos económicos, políticos, sociales, tecnológicos y culturales.
La ejecución de proyectos complementarios es esencial. La Asociación Peruana de Empresarios (ASPEM) debe agilizar estos proyectos para maximizar el potencial del puerto de Chancay. Sin una infraestructura adecuada alrededor del puerto, su impacto podría verse limitado.
En resumen, la colaboración entre ambos países y la implementación de estrategias efectivas pueden hacer de la «Ruta Shanghái – Chancay» un eje de desarrollo y prosperidad para la región. Perú tiene ante sí una oportunidad única para redefinir su papel en el comercio global, y