Venezuela tiene muchos retos por delante si quiere recuperar el potencial económico de la Faja Petrolífera del Orinoco.
Venezuela alberga un tesoro mayor al de todas las naciones del mundo, la Faja Petrolera del Orinoco, la cual se encuentra al este del país. Lamentablemente diversos obstáculos, tanto políticos como tecnológicos, impiden que esta región alcance todo su potencial en este rubro.
A principios de este año, la empresa estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) informó que las reservas probadas de petróleo de Venezuela ascienden a 300,878 millones de barriles, las mayores del mundo. En segundo lugar, se encuentra Arabia Saudita, con 267,000 millones de barriles. Esto quiere decir que el primero supera al segundo por casi 34,000 millones de barriles.
Para ser claros, las reservas probadas son aquellas cantidades estimadas de petróleo de la cuales se tiene certeza que son recuperables en la actualidad, tanto en los tecnológico como en lo comercial.
A pesar de esta ventaja numérica, lo cierto es que Venezuela apenas puede producir 770 mil barriles diarios, cuando en sus mejores años la media eran 3 millones de barriles por día. Esto se debe a diversos factores que explicaremos a continuación.
Una mina de oro negro que enfrenta desafíos
De su gran reserva, el 90 por ciento se encuentra en la Faja Petrolera del Orinoco. Esta región, de 55,314 kilómetros cuadrados, es rica en crudo pesado y extrapesado. Esto supone uno de los grandes problemas para la industria petrolera venezolana, pues el crudo pesado requiere de procesos de extracción y refinación mucho más costosos y complejos. Así lo explica Jorge Navarro, vicepresidente de Asociación de Geólogos y Geofísicos Españoles del Petróleo (AGGEP) a elEconomista:
«Al tratarse de un petróleo pesado a extrapesado, de alta viscosidad y con bajo contenido en gas, da lugar a un bajo recobro del volumen de petróleo in situ. Su producción presenta grandes retos y requiere el uso de métodos no convencionales, como puede ser la inyección de vapor o el empleo de diluyentes. A su vez, este crudo tan viscoso necesita normalmente ser mezclado con petróleos más ligeros para su transporte, comercialización y refino», señala Jorge Navarro, vicepresidente de Asociación de Geólogos y Geofísicos Españoles del Petróleo.
Un informe de think tank Global Americans explica que, al ser el crudo pesado más caro de producir, transportar y refinar, los venezolanos se ven muy afectados por los mayores costos de producción, puesto que su petróleo se vende a las refinerías en un precio menor en comparación con el hecho a partir del de crudo ligero.
“Los productores venezolanos también deben pagar por los diluyentes: agentes químicos diseñados para diluir el petróleo pesado y facilitar su transporte a los mejoradores y refinerías», añade Global Americans
¿La esperanza está en el exterior?
En 2023, el gobierno de Estados Unidos levantó durante seis meses las sanciones impuestas a este rubro en Venezuela, haciendo que las empresas extranjeras regresaran lentamente a la Faja del Orinoco. Esto puso en evidencia que largos años de negligencia, corrupción y crisis económica han puesto a la industria petrolera en una situación en la que solo la inversión extranjera podría ayudarla a modernizar la infraestructura con la que extrae y procesa el crudo pesado y extrapesado.
El pasado abril, la Administración Biden restableció las sanciones contra Venezuela como medida de presión contra el gobierno de Nicolás Maduro, ahora las empresas extranjeras tienen la oportunidad de obtener licencias individuales para invertir en la Faja Petrolífera del Orinoco, algo que hace la situación un poco más favorable para el petróleo venezolano.
Lo cierto es que Venezuela tiene muchos retos por delante si quiere recuperar el potencial económico de la Faja Petrolífera del Orinoco. Para lograrlo, el país debe modernizar su infraestructura, atraer inversión extranjera y estabilizar su economía. Y luego de lo ocurrido en las más recientes elecciones presidenciales, el futuro del país está envuelto en la incertidumbre.