El proteccionismo demócrata se centra en las elevadas barreras de entrada para las empresas extranjeras en los mercados estadounidenses que penalizan a las empresas europeas. Además, se apoya en importantes subvenciones para políticas de reindustrialización como la IRA y la Ley CHIPS, destinadas a impulsar la fabricación estadounidense.
No es ningún secreto que si gana Donald Trump, continuará con las políticas proteccionistas que puso en marcha a partir de 2017. Pero sería un error pensar que una victoria de Kamala Harris supondría un cambio de rumbo en el tema. La realidad es que los dos principales partidos del panorama político estadounidense coinciden en el principio del proteccionismo. Difieren, sin embargo, en cómo aplicarlo. A 3 semanas de las elecciones estadounidenses, Luis Miguel García de Águeda, Country Manager España de iBanFirst, explica cómo afectaría una administración Harris a las empresas comerciales europeas y españolas.
La administración Biden no solo ha mantenido, sino que ha reforzado las medidas proteccionistas introducidas bajo Trump. Actualmente, alrededor de un tercio de los países del mundo, incluido el 60% de las naciones de bajos ingresos, están sujetos a medidas proteccionistas y sanciones económicas estadounidenses. Mayoritariamente, esto ha ocurrido bajo una administración demócrata, no republicana.
Aunque Harris aboga oficialmente por un libre comercio equilibrado, Estados Unidos bloquea irónicamente el nombramiento de jueces para el órgano de solución de diferencias de la OMC, obstaculizando la aplicación de las normas comerciales mundiales. Si resulta elegida, la postura de Harris sobre el libre comercio sigue sin estar clara. Sin embargo, independientemente del partido -republicano o demócrata-, parece que persistirá el proteccionismo estadounidense.
Proteccionismo «suave»
Los demócratas rara vez utilizan barreras arancelarias. Los aumentos arancelarios propuestos por Biden – como el 25% a las baterías de vehículos y el 100% a los vehículos eléctricos, que Harris ha adoptado – tendrán un impacto mínimo en el PIB de China. En cambio, la propuesta arancelaria de Trump del 60% podrían haberlo reducido un 1,4%. Sin embargo, los demócratas no son menos firmes con China, solo más sutiles.
El proteccionismo demócrata se centra en altas barreras de entrada para las empresas extranjeras en los mercados estadounidenses, penalizando a las empresas europeas, y se apoya en grandes subvenciones para políticas de reindustrialización como la IRA y la Ley CHIPS. Estas políticas promueven la fabricación estadounidense pero aumentan el déficit público hasta casi el 5% del PIB, violando las normas de la OMC como competencia desleal.
Mientras tanto, el enfoque europeo fracasa debido a una financiación fragmentada, una burocracia excesiva y una dependencia poco realista de la inversión del sector privado, como se observa en programas como Next Generation EU y el Plan Juncker.
¿Cuáles serían las consecuencias para las empresas europeas y españolas?
Para las empresas europeas y españolas, una administración de Harris no sería mejor noticia que una administración de Trump. De hecho, se podría argumentar que el enfoque transaccional de Trump es más fácil de gestionar. Amenaza con aranceles para extraer concesiones económicas. Tiene el mérito de ser sencillo. Por eso las autoridades chinas se sienten cómodas con otra presidencia de Trump.
Bajo una administración Harris, Europa seguiría siendo oficialmente un socio privilegiado. Sin embargo, las políticas de subvenciones al empleo y a la energía introducidas por Biden continuarán, acelerando la desindustrialización de Europa -los cierres de fábricas han ido en aumento en los últimos meses-. Muchas empresas europeas no tendrán más remedio que deslocalizar sus actividades al otro lado del Atlántico para sobrevivir, como ya ocurre en los sectores eólico y solar.
La posibilidad del regreso de Trump ha causado ansiedad en Europa, sirviendo como llamada de atención. Con su presidencia en 2016, los europeos se dieron cuenta de que necesitaban reducir su dependencia estratégica de Estados Unidos. El temor es que si Harris es elegido, este impulso se desvanezca: Los europeos siguen creyendo ingenuamente que los demócratas son más receptivos a los intereses europeos que los republicanos. Esto es falso. Para ambos partidos es «América primero».