Infraestructura abierta: la clave para un Open Finance seguro y escalable

Por José Miguel Guzmán, co founder de Whitestack

El Open Finance ha revolucionado la forma en que las Fintech acceden a la información financiera, permitiéndoles desarrollar servicios más personalizados y eficientes, a un menor costo. A través de las APIs y con el consentimiento de los usuarios, estas empresas pueden analizar grandes volúmenes de información en tiempo real para ofrecer soluciones innovadoras.

México fue pionero en la materia con la promulgación de su Ley Fintech en 2018, estableciendo las bases para el desarrollo del Open Finance. A través de esta normativa, se definió un marco para el acceso a datos financieros mediante APIs estandarizadas y seguras, permitiendo a las entidades bancarias utilizar esta información con el consentimiento de los usuarios para desarrollar servicios más personalizados e innovadores. Por su parte, Colombia también destaca con tecnologías como Open Finance y APIs a la vanguardia de la digitalización del sector, alcanzando una tasa de adopción del 67.7% en 2024.

Asimismo, Chile ha avanzado en la regulación del Open Finance con la creación del Sistema de Finanzas Abiertas (SFA), un marco normativo establecido por la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) para permitir el intercambio seguro de información entre entidades financieras. Esta normativa, que forma parte de la Ley Fintech, regula el acceso a datos a través de APIs estandarizadas y establece plazos para su implementación hasta 2026.

Sin embargo, a pesar de los avances en los marcos regulatorios del Open Finance para impulsar la interoperabilidad entre entidades financieras, aún existen desafíos importantes.  Por ejemplo, países como Perú todavía no cuentan con un cuerpo normativo vigente en esta materia. Además, persisten retos técnicos, como la capacidad de las plataformas para procesar millones de transacciones en tiempo real, garantizar la seguridad de los datos y cumplir con exigencias regulatorias sin elevar excesivamente los costos operativos.

En este contexto, una infraestructura abierta, escalable y resiliente se convierte en un requisito indispensable. Es la forma más eficiente para que la industria financiera pueda escalar su infraestructura (con costos marginales decrecientes), y la razón por la cual los grandes proveedores de infraestructura hiperescalable, se basan en éste tipo de tecnologías, lo que permite la democratización del acceso. Sin ella, la implementación del Open Finance podría quedar limitada a grandes instituciones con recursos para desarrollar soluciones propias, excluyendo a nuevos actores capaces de impulsar la innovación y  fomentar una mayor competencia al ecosistema. Entonces, ¿cómo garantizamos que este ecosistema sea verdaderamente inclusivo y eficiente?

La respuesta está en las tecnologías abiertas. Un modelo basado en estándares abiertos permite a las instituciones financieras escalar sus operaciones sin depender de soluciones propietarias, las cuales suelen generar costos elevados y limitaciones a largo plazo. Además, la implementación de microservicios y contenedores facilita la integración ágil de nuevos actores y productos, promoviendo un mercado más dinámico y competitivo.

Por otro lado, la seguridad y el cumplimiento normativo son pilares fundamentales. Las infraestructuras deben garantizar no solo la disponibilidad de sus sistemas, sino también  la protección de la información sensible de los usuarios. Estas razones justifican la adopción de arquitecturas diseñadas para minimizar riesgos, integrando mecanismos avanzados como la gestión de identidades, el cifrado de datos y el monitoreo continuo.

El Open Finance ha crecido con fuerza en América Latina, consolidándose como un pilar clave para la modernización del sector financiero. Sin embargo, su éxito depende de la adopción de estándares que aseguren su correcto funcionamiento, garantizando la interoperabilidad, la seguridad de los datos y la gestión eficiente de las cargas de trabajo. Contar con una infraestructura tecnológica robusta no solo facilita la integración de nuevos actores, sino que también impulsa el desarrollo de una industria más dinámica y competitiva.