El peor escenario contempla una caída más profunda si no hay señales de moderación en la guerra arancelaria y si los datos económicos empeoran.
Los mercados globales enfrentan uno de sus momentos más tensos desde la pandemia, en medio de una avalancha de presiones arancelarias, temor a una recesión sincronizada y una brutal corrección bursátil que ha generado volatilidad extrema. La semana comienza con un tono marcadamente negativo, mientras las principales casas de análisis ajustan drásticamente sus proyecciones, los bancos centrales mantienen una postura de cautela y el discurso político profundiza la incertidumbre.
En Estados Unidos, las advertencias de una posible recesión toman fuerza con una nueva rebaja de previsiones por parte de JPMorgan y Bank of America. JPMorgan recorta su objetivo del S&P 500 desde los 6.500 hasta los 5.200 puntos, con un escenario pesimista que podría llevarlo a los 4.000, mientras BofA Global Research también ajusta su previsión desde 6.666 a 5.600 puntos. Esta corrección ocurre en el marco de una de las mayores caídas de tres días en la historia del índice, situándose actualmente como la 17ª peor, según los futuros del S&P 500. Analistas técnicos como Carter Worth advierten que el índice podría desplomarse hasta los 4.850, mientras otras casas como JP Morgan sugieren comenzar a comprar el retroceso en 5.100 puntos.
La ansiedad por una recesión ha alcanzado nuevos niveles: Kalshi estima una probabilidad de dos en tres, mientras Goldman Sachs eleva su estimación para los próximos 12 meses del 35% al 45% debido al endurecimiento financiero, boicots de consumidores extranjeros y un incremento de la incertidumbre política que amenaza con frenar la inversión de capital más de lo anticipado. En esta misma línea, JPMorgan eleva la probabilidad de recesión al 60% e incluso señala que “habrá sangre” si no se revierte la pérdida de confianza en los mercados.
Las tensiones arancelarias impulsadas por la administración Trump se han convertido en el epicentro del malestar económico. El presidente Trump ha reiterado que la Reserva Federal “debe recortar tasas”, argumentando que no hay inflación y señalando como culpables a países con aranceles desproporcionados como China, que recientemente incrementó un 34% sus tarifas. Trump advirtió además que no habrá acuerdo con China si no se resuelve el déficit comercial, mientras se aferra a una narrativa proteccionista que ha sido criticada duramente por figuras como Jamie Dimon de JPMorgan, quien alerta que estas políticas “desacelerarán el crecimiento”.
Desde la Fed, Jerome Powell ha adoptado un tono prudente. Reconoce que los aranceles son mayores de lo previsto por los analistas y podrían elevar la inflación en los próximos trimestres. Si bien el crecimiento sigue siendo sólido y el mercado laboral equilibrado, Powell insiste en que es demasiado pronto para definir un nuevo camino para la política monetaria. El presidente de la Fed subrayó la necesidad de claridad y afirmó que la postura actual es “modestamente restrictiva”. La previsión del PIB del 1T y 2T se revisó a la baja (2,60% y 2,44%, respectivamente), reflejando un deterioro en las expectativas. En paralelo, otros miembros del banco central como Barr y Waller hicieron comentarios sobre los riesgos de la inteligencia artificial y el rol de las stablecoins, destacando los desafíos estructurales del sistema financiero en tiempos de disrupción tecnológica.
El sector energético también refleja señales mixtas: el número de plataformas petrolíferas activas en EE.UU. aumentó levemente de 484 a 489, aunque los yacimientos activos totales descendieron ligeramente de 592 a 590. Mientras tanto, el índice de confianza empresarial se ve afectado por la falta de claridad, como señaló Powell, y por la creciente presión arancelaria, con ejecutivos como Peter Tuchman o Bill Ackman señalando un “invierno económico nuclear autoinfligido”. Ackman, quien apoyó a Trump en las elecciones, ahora critica con dureza su estrategia, sugiriendo que “estamos destruyendo la confianza como socios comerciales globales”.
El impacto sobre las empresas ha sido inmediato. Goldman Sachs reportó que sus hedge funds con posiciones largas y cortas cayeron 4,7% en dos días, en una de las mayores llamadas de margen desde el inicio del COVID. JP Morgan registró el mayor volumen de ventas antes del mediodía en su historia el pasado viernes, y se teme una nueva ola de liquidaciones. El Nasdaq Composite cae ya un 20% desde su máximo histórico, confirmando su entrada en mercado bajista, mientras que el Dow Jones se aproxima a una corrección del 10%.
En el frente geopolítico, las tensiones se agravan. Estados Unidos y Rusia mantienen un canal de comunicación abierto, con Putin apoyando un alto el fuego en Ucrania condicionado a nuevas negociaciones. Ucrania, por su parte, prepara un nuevo borrador de acuerdo minero con EE.UU. y plantea la posibilidad de una estructura de fuerzas de paz en el corto plazo. Mientras tanto, Rusia, China e Irán celebrarán consultas sobre el programa nuclear iraní en Moscú, elevando aún más el nivel de complejidad internacional.
El proteccionismo estadounidense ha motivado respuestas firmes en Europa y Asia. La Unión Europea busca la unidad para enfrentar los aranceles de Trump, con un paquete de contramedidas sobre $28.000 millones en importaciones estadounidenses que podría escalar hacia una guerra comercial global. Fitch advierte que estos aranceles reducirán ingresos y crecimiento de beneficios en sectores corporativos europeos, mientras el CEO de Deutsche Bank afirma que las tarifas incrementan el riesgo de recesión en Alemania. La zona euro, sin embargo, ofrece datos mixtos: el comercio minorista subió 0,3% mensual y 2,3% anual en febrero, aunque el índice de confianza del inversor Sentix cayó hasta -19,5, muy por debajo del pronóstico de -9.
Francia, en particular, enfrenta una tormenta política interna con llamados desde la extrema derecha para derrocar al gobierno tras el veredicto contra Le Pen. El ministro de Industria francés reclama una respuesta proporcional pero firme ante las acciones de Washington, advirtiendo que el contexto actual podría desestabilizar la economía mundial como no se veía desde los años 30.
En Asia, Taiwán se posiciona estratégicamente buscando la eliminación de aranceles con Estados Unidos y prometiendo mayores inversiones, mientras China, visiblemente afectada por las tarifas, ve cómo sus mercados se desploman. Trump ha reiterado su compromiso con el acuerdo de TikTok, extendiendo su funcionamiento por 75 días más, aunque reconoce el malestar de Beijing ante los aranceles recíprocos. En este mismo sentido, Vietnam ha mostrado disposición a eliminar aranceles si se alcanza un acuerdo comercial con EE.UU., reflejando cómo el sudeste asiático busca posicionarse como alternativa frente al repliegue chino.
En cuanto al análisis técnico del mercado, la narrativa dominante es de alta volatilidad y ausencia de catalizadores positivos de corto plazo. JP Morgan, a través del análisis del trío que sustituyó a Scott Rubin, afirma que “estamos en un momento récord, sin alcistas a la vista” y que el punto de inflexión podría darse el 9 de abril, aunque hasta entonces se anticipan más turbulencias. Referencias históricas apuntan a que principios de abril suelen mostrar retornos positivos luego de mínimos pronunciados, lo que ofrece una débil esperanza de recuperación técnica temporal.
Los mercados financieros globales enfrentan un escenario de alta complejidad, con una corrección en marcha que podría transformarse en algo más estructural si no se estabilizan los fundamentos políticos y monetarios. Las tensiones comerciales iniciadas por la administración Trump actúan como un catalizador de desconfianza, exacerbadas por la falta de claridad sobre la trayectoria de la política monetaria de la Fed y el incremento de riesgos geopolíticos. Las señales desde los bancos centrales apuntan a una espera prudente, pero los datos macroeconómicos ya evidencian desaceleración en crecimiento y consumo, mientras la inflación aún no se ha desvanecido por completo.
En el corto plazo, se espera una elevada volatilidad con posibilidad de nuevas caídas. Un escenario base contempla al S&P 500 en la zona de 4.800-5.100 antes de estabilizarse, mientras que los recortes de tasas —probablemente a partir de junio— podrían actuar como amortiguador limitado frente a la presión estructural derivada de los aranceles y la incertidumbre política.
El peor escenario contempla una caída más profunda si no hay señales de moderación en la guerra arancelaria y si los datos económicos empeoran. En cambio, un posible rebote técnico podría darse si la administración muestra flexibilidad en su política exterior y si la Reserva Federal comunica con mayor claridad un plan de estímulo creíble. En este contexto, la cautela y la gestión activa del riesgo son más necesarias que nunca.