Ante la restricción impuesta por China sobre la exportación de minerales críticos, Washington apuesta por extraer recursos estratégicos del lecho marino, aunque enfrenta desafíos legales y ambientales a nivel internacional.
La disputa comercial entre Estados Unidos y China ha sumado un nuevo capítulo con la decisión del gigante asiático de vetar la exportación de tierras raras, esenciales para la industria tecnológica y militar. Anticipando esta jugada, la Casa Blanca ha puesto en marcha un plan alternativo: obtener minerales estratégicos del fondo del Océano Pacífico.
Según el Financial Times, la administración estadounidense redactó una orden ejecutiva que permitiría almacenar metales extraídos del lecho marino, particularmente de la Zona Clarion-Clipperton (CCZ), rica en nódulos polimetálicos. Esta región alberga minerales clave como níquel, cobalto, manganeso y tierras raras en grandes cantidades, lo que la convierte en una fuente crítica para contrarrestar el dominio chino, que hoy controla el 70% del mercado global.
El objetivo de Washington es claro: asegurar una fuente nacional de materiales estratégicos, impulsar la minería en aguas profundas y crear una reserva nacional de estos recursos. Sin embargo, el camino no está libre de obstáculos.
La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) es el organismo encargado de regular la minería en aguas internacionales, bajo el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (1982), tratado que Estados Unidos no ha ratificado. Esto plantea dudas sobre la legalidad de las futuras operaciones mineras estadounidenses en zonas internacionales. Expertos alertan que actuar sin el aval de la ISA podría generar tensiones diplomáticas y rechazo global.
A esto se suma la creciente presión de científicos y organizaciones ambientales, que solicitan una moratoria a la minería submarina por los impactos potencialmente irreversibles en ecosistemas aún poco explorados. El 80% del lecho oceánico sigue sin mapear, lo que añade incertidumbre sobre los efectos ecológicos de estas actividades.
En paralelo, China refuerza su presencia en el Pacífico con la construcción de un laboratorio submarino en el mar de China Meridional y con múltiples contratos de exploración en la CCZ avalados por la ISA, consolidando su posición tanto científica como estratégica en la carrera por los recursos del fondo marino.
Para Estados Unidos, el Pacífico no es solo una fuente alternativa de minerales, sino un nuevo frente geopolítico donde se juegan el liderazgo tecnológico, el control de las cadenas de suministro y, en última instancia, la seguridad nacional.