Una guerra de divisas puede estar en marcha: El plan de reactivación industrial de la Administración Trump incluye el debilitamiento del dólar, considerado sobrevalorado y responsable del declive económico de Estados Unidos. La desdolarización se acelera: Los bancos centrales y las instituciones estadounidenses se están pasando al oro, lo que indica una erosión de la confianza en el dominio mundial del dólar e impulsa la volatilidad de las divisas. Los riesgos económicos aumentan: Con el aumento del proteccionismo y los desequilibrios mundiales sin resolver, crece el temor a una recesión, y las empresas recurren a la cobertura a medida que el dólar pierde su estatus de refugio seguro.
¿Y si los aranceles son solo la punta del iceberg de una feroz guerra de divisas? La administración Trump está decidida a poner fin a la era en la que Estados Unidos «pagaba por el mundo», y los aranceles son solo el principio de una estrategia más amplia para reactivar la competitividad industrial estadounidense. En el centro de este plan se encuentra un impulso para debilitar el dólar «sobrevaluado», culpado de los desafíos económicos de Estados Unidos. ¿Está tomando forma ya la desdolarización? Explicaciones de Pierre-Antoine Dusoulier, Fundador y Consejero Delegado de iBanFirst, proveedor líder de soluciones de cambio de divisas y pagos internacionales que opera en 10 países europeos.
El espectro de la devaluación
Desde finales de enero, la perspectiva de nuevos acuerdos monetarios mundiales, apodados los «Acuerdos de Mar-a-Lago», ha ido ganando fuerza. Este renovado plan tiene su origen en un documento de Stephen Miran, ahora jefe del Consejo Económico de la Casa Blanca, en el que propone una reestructuración del sistema monetario mundial. Sus dos puntos principales son: el dólar está significativamente sobrevalorado (entre un 10 y un 37%, dependiendo de la divisa), y otros países deberían ayudar a asumir la carga del déficit estadounidense. Miran sugiere convertir los bonos del Tesoro estadounidense en bonos perpetuos a largo plazo de bajo rendimiento y vincular el comercio, los flujos de capital y la influencia militar a un marco hegemónico controlado por Estados Unidos.
En este contexto, los aranceles son tanto una respuesta a «una injusticia» como una pieza más en el gigantesco tira y afloja contra la presunta conspiración comercial mundial. Según ellos, el estatus del dólar como moneda de reserva internacional es la raíz de los principales problemas económicos de Estados Unidos.
Un análisis sesgado
Estados Unidos se enfrenta a retos estructurales innegables. Su cuota en la producción industrial mundial ha caído del 22% en 2004 a sólo el 15%, mientras que la de China es ahora el doble. Europa, sin estatus de moneda de reserva, ha seguido un camino similar. Las fábricas se deslocalizaron porque los salarios en las economías asiáticas siguen representando sólo una fracción de los de Estados Unidos.
Incluso con aranceles del 50%, es improbable que Apple traslade la producción del iPhone a Estados Unidos.
El déficit comercial de Estados Unidos es principalmente el resultado de un desequilibrio sistémico entre ahorro y consumo. Mientras que Estados Unidos ha acumulado deuda pública e interna para apoyar el consumo, países como Alemania y China han financiado este consumo ahorrando.
Estados Unidos no puede volver sin más al modelo «Made in America»: su mercado laboral es estrecho y la inflación ha erosionado los ingresos. Irónicamente, el proteccionismo puede perjudicar a los mismos trabajadores a los que pretende ayudar. Se avecina una estanflación.
De la desdolarización a la desamericanización
El fin del «lastre americano», un dólar fuerte, tal y como lo ve la administración Trump, puede llegar finalmente, pero no en beneficio de EE.UU. Aunque el dólar sigue manteniendo una posición dominante en el comercio mundial, el reciente aumento de las compras de oro por parte de los bancos centrales es una señal de alarma. Solo en enero, se compraron 117 toneladas de oro (excluyendo a la Fed), frente a una media mensual histórica de solo 17 toneladas. Aún más sorprendente: Los inversores institucionales estadounidenses están recurriendo al oro físico -a pesar de su coste e iliquidez-, una clara señal de las crecientes dudas sobre el futuro del dólar.
La desdolarización, que antes era un escenario lejano, está tomando forma, trayendo consigo una gran volatilidad en el par euro-dólar y en todas las divisas mundiales, lo que obliga a las empresas a cubrirse aún más. El dólar ya no es un refugio seguro y no hay otra moneda que lo sustituya. La recesión acecha. Y cada día que pasa lo confirma: no puede haber un «America Great Again» sin un «International Great Again».