Chancay: El megapuerto que crece más rápido que su propia ciudad

Mientras el Terminal Portuario Multipropósito de Chancay se alza como una de las obras de infraestructura más ambiciosas de Sudamérica, su entorno urbano sigue atrapado entre la precariedad y la improvisación. ¿Qué ocurre cuando el progreso llega antes que el desarrollo?

En una franja costera al norte de Lima, donde aún escasean los servicios básicos y el crecimiento urbano carece de planificación, se erige un gigante: el megapuerto de Chancay. Con una inversión inicial de más de US$3.200 millones de capitales chinos, esta obra promete revolucionar la conectividad comercial entre Perú y Asia, posicionando al país como eje logístico regional. Pero mientras los buques ya atracan y las grúas se mueven al ritmo del comercio global, el distrito de Chancay todavía lucha por garantizar agua potable, electricidad, tratamiento de aguas residuales y un presupuesto digno para su población.

El contraste no podría ser más evidente. Con apenas S/1.000 anuales por habitante —una tercera parte del promedio nacional—, Chancay enfrenta una paradoja tan estructural como simbólica: convertirse en puerta de entrada al siglo XXI con los pies todavía anclados en el siglo XX.

El puerto avanza, el territorio no

La expansión del puerto ha disparado las expectativas económicas. Se estima que el distrito triplicará su población en la próxima década, y ya se proyecta un crecimiento exponencial de las agroexportaciones peruanas hacia Asia, impulsadas por la reducción de costos logísticos. Sin embargo, los beneficios siguen siendo promesas a futuro, mientras el presente muestra una ejecución presupuestal que no supera el 75% en la provincia de Huaral y una infraestructura urbana aún sin bases sólidas.

El Plan de Desarrollo Urbano 2024-2034, que plantea transformar la zona con viviendas, parques, centros educativos y una planta de tratamiento de aguas residuales, no cuenta aún con aprobación oficial. El cuello de botella burocrático impide otorgar permisos industriales sobre más de 7.000 hectáreas, trabando la llegada de inversiones que podrían financiar esa transformación.

Un nodo comercial atrapado en su laberinto logístico

El Terminal Portuario Multipropósito de Chancay ya ha movilizado más de 60.000 contenedores en su fase de “marcha blanca”, y se estima que llegará a 500.000 para 2027. Pero su integración logística al país es aún limitada. Los principales corredores económicos enfrentan serias restricciones: vías sin mantenimiento, tramos inconclusos, proyectos aún en idea o expediente técnico.

El caso más crítico: la conexión Callao–Chancay, apenas 80 km de distancia que pueden tomar hasta cuatro horas. Mientras tanto, corredores como el Chancay–Ucayali o el Sur IIRSA aún no cuentan con la infraestructura necesaria para soportar el flujo de carga.

El anhelo de ser hub regional enfrenta límites estructurales

Diseñado para absorber hasta la mitad de la carga portuaria del país, Chancay no podrá sostener su crecimiento solo con el comercio peruano. El gran objetivo es conectar con Brasil, aprovechando su volumen comercial con Asia (más de US$240.000 millones al año). Pero las barreras logísticas y ambientales de cruzar la Amazonía son enormes. Proyectos como el tren bioceánico o nuevas carreteras siguen en fase preliminar y enfrentan críticas por sus impactos en territorios indígenas y áreas protegidas.

Además, un estudio técnico reveló que transportar carga desde estados brasileños como Mato Grosso o Rondonia hasta Chancay puede costar entre 20% y 180% más que usar puertos brasileños del Atlántico. La eficiencia marítima no compensa aún la ineficiencia terrestre.

Un mercado portuario en disputa y bajo la lupa reguladora

La competencia entre el Callao y Chancay ya ha reconfigurado las rutas marítimas: navieras como Hapag Lloyd y Ocean Alliance han migrado operaciones al nuevo terminal. Sin embargo, el Indecopi ha determinado que aún no existen condiciones reales de competencia, habilitando al Ositrán a regular las tarifas del puerto operado por Cosco Shipping.

El debate se centra en los servicios a la carga en contenedores, donde Chancay aún no logra demostrar competencia efectiva. La respuesta legal de Cosco no se ha hecho esperar, y la tensión entre regulación, libre mercado y soberanía operativa apenas empieza.

La sombra de la Franja y la Ruta

Más allá del comercio, Chancay también es una pieza clave del tablero geopolítico. Para China, es el emblema de su Iniciativa de la Franja y la Ruta en Sudamérica. Para Estados Unidos, un posible riesgo de seguridad nacional. Washington teme que el puerto pueda usarse para monitoreo, control logístico o incluso fines militares.

Aunque expertos como Cynthia Sanborn matizan ese temor, recordando que Perú mantiene una relación principalmente comercial con EE.UU., otros como Pedro Francke advierten sobre el potencial riesgo de que el país se convierta en escenario de tensiones entre potencias.

¿Ecommerce chino en camino?

Más allá de las grandes cifras, una apuesta silenciosa también se gesta: convertir a Chancay en un centro logístico para el comercio electrónico chino. Plataformas como Alibaba, Temu o TikTok podrían encontrar en este puerto una base estratégica para expandirse en los países andinos, capitalizando su tecnología y cercanía a consumidores en crecimiento.