– Habilidades como la disciplina, mentalidad de transformación y un manejo adecuado del control enriquecen la capacidad de liderazgo de un directivo ante las amenazas de un mercado volátil o tiempos de incertidumbre.
El liderazgo en una empresa es un valor fundamental para asegurar su estabilidad e impulsa a conseguir el máximo potencial de los colaboradores. Debido a los cambios constantes en la economía global y la coyuntura local, el papel que desempeña de un CEO, jefe o directivo, será clave para calmar la inquietud colectiva en una compañía.
En el libro «Girando la rueda» de Jim Collins, se destaca la importancia de mantener el control en una época de mercados cambiantes y de grandes vorágines, una situación complicada en que nuestro país está atravesando. Por ello, un buen líder contiene la crisis, establece una estrategia para enfrentarla y logra mantener al equipo de trabajo cohesionado en busca de un objetivo común.
“El empresario debe concentrarse en lo que sí puede controlar. Se recomienda ser flexible, ágil, tener capacidad de respuesta rápida avalado con un buen control sobre procesos y costos, y mantener a su planilla enfocada en acciones relevantes”, precisa Francisco de Cárdenas, Chair de Vistage.
El experto responde la incógnita de cómo un líder confronta una crisis de manera exitosa y se logra a través de la disciplina. Un líder disciplinado debe cumplir estos pasos:
– Define las prioridades de manera clara con su equipo.
– Hace un paralelo de las acciones a ejecutar y las que no.
– Se establecen las tareas individuales y estas deben ser medibles, para aplicar una evaluación de resultados.
– Se reconocen las acciones que funcionan y reforzarlas, caso contrario, se hace un diagnóstico de lo que debe corregir.
El 2023 será un año de grandes desafíos debido al panorama político y económico que enluta un mes de festejos, esta coyuntura convulsionada exigirá a los profesionales de la alta dirección que estén más cerca de su gente, comunicando los enfoques de forma constante y dar el ejemplo, al tener una cabeza fuerte y resiliente, con la capacidad de adaptación ante cualquier eventualidad. Por esta razón, de Cárdenas cita algunas últimas tendencias de liderazgo adecuadas para aplicar en las empresas:
Liderazgo motivante: Más allá de las pretensiones salariales, es necesario ofrecer propósitos y valores que conecten con los deseos de un equipo de trabajo. Los colaboradores quieren sentir el impacto personal de sus esfuerzos, se sientan útiles o eficaces en sus tareas y ver cómo contribuyen a los objetivos generales de la empresa.
Inteligencia emocional: La empatía en los líderes con grandes habilidades de comunicación interpersonal y capacidad de comprender o apoyar a su equipo, da un giro afectivo al desarrollo de las actividades no solo desde una posición productiva, sino la del apoyo emocional. Una crisis externa puede producir preocupación o miedo al futuro en los colaboradores, en este caso, es imperativo crear y mantener canales efectivos de diálogo para manifestar su sentir, reduciendo los rumores y fomentar la confianza.
Adaptación al cambio: En un mundo de cambios continuos, se debe prescindir de líderes que estén dispuestos a descubrir todo sin mente cerrada, capaces de movilizar a su equipo para que se enfrenten y resuelvan desafíos difíciles, no sólo en los ámbitos laborales, sino los ámbitos externos. Este indicador de liderazgo profesional aporta versatilidad de comportamiento para asegurar la supervivencia de una organización por medio de la proactividad y percibir este proceso de transformación social o económica como una oportunidad.
Comunicación, diversidad y colaboración: Las empresas reconocen la importancia de estos pilares de trabajo, que exige el desarrollo de habilidades y métodos basados en una comunicación con retroalimentación para fomentar un liderazgo inclusivo y el intercambio de ideas a través de una cultura colaborativa.
En el escenario local, la característica más notable en un líder peruano es su capacidad de adaptación, de reinventarse cuando sea necesario. Sin embargo, aún queda un camino largo para que los empresarios ejerzan un mejor liderazgo promoviendo la integridad y la competitividad mediante un correcto manejo de control de crisis en sus negocios.