Por: Jesús Angulo Ganto.
GIC afirma que el clima laboral es como el aire que los miembros de una organización respiran a su alrededor, que puede ser bien un incentivo o bien una dificultad en su labor. Una persona difícilmente podrá dar lo mejor de sí misma en un ambiente donde no se sienta cómoda. Al estar completamente motivado, el clima laboral influye en el comportamiento y en el rendimiento de los colaboradores y, finalmente, en el de la empresa.
Es por eso que resulta imprescindible que todas las empresas definan una estrategia de motivación laboral para poder obtener resultados óptimos y adecuados que ayuden en la toma de decisiones, siempre con el objetivo de mejorar la trayectoria del negocio.
En este artículo veremos cómo la motivación se ve afectada por diferentes aspectos, como la manera de trabajar y relacionarse, la interacción empleado-empresa, la gestión de tareas o la comunicación interna entre muchos otros. A continuación, en GIC queremos compartir una serie de estrategias a seguir:
Flexibilidad laboral.
Las empresas entienden cada vez más la importancia de ofrecer a sus empleados un entorno laboral flexible en el que cada individuo se pueda desarrollar tanto personal como profesionalmente. La gestión por objetivos puede ser una gran aliada para medir la productividad, más allá del cumplimento de un horario rígido o de ocupar un puesto de trabajo físico.
Independencia y autonomía en la toma de decisiones.
Mide el grado de autonomía de las personas en la ejecución de sus tareas habituales. El hecho de que cualquier empleado disponga de toda la independencia que es capaz de asumir favorece el buen clima laboral.
Escuchar a los empleados.
Es necesario un tipo de liderazgo flexible ante las múltiples situaciones laborales que se presentan. Las relaciones interpersonales son muy importantes y debe incentivarse un estilo de gestión cercana, donde los líderes brindan inspiración, sean accesibles y contribuyan a crear un buen ambiente laboral.
La transparencia y comunicación interna.
Ha de ser efectiva entre empresa y trabajador, dándose de manera horizontal entre los diferentes puestos. El empleado tiene que estar enterado siempre de las actividades que la empresa realiza, fomentando su participación para, así, evitar la posible resistencia ante los cambios.
Reconocimiento de los logros de los empleados.
Reconocer los éxitos y el buen trabajo de los empleados con refuerzos positivos es muy importante para que éstos se sientan parte de la empresa y tengan motivación a la hora de desarrollar mejor su actividad.
Ofrecer un plan de carrera y desarrollo profesional a largo plazo.
Suponen la adopción de esquemas organizativos basados en la rotación y el «enriquecimiento de los puestos de trabajo» con el fin de fortalecer el ambiente de estabilidad que la empresa ofrece. Se deben valorar las capacidades de los empleados e ir asignándoles responsabilidades según su progresión.
Potenciar la formación.
A través de cursos y actividades formativas, se consigue que los empleados se fijen metas periódicas para ir asimilando nuevos conocimientos, desarrollando su carrera profesional. La continua revisión de los procedimientos en una empresa y la actualización de los conocimientos por parte de sus empleados supone una inversión para el futuro de la organización y, además, actúa como incentivo en el trabajador y aumenta su autoestima ante la posibilidad de mejorar progresivamente. Es interesante que las empresas inviertan en formación, para que sus trabajadores sigan motivados, pensando que siguen creciendo, que siguen descubriendo y que siguen mejorando.
Para GIC un sano ambiente laboral siempre va a influir en la productividad de los empleados; principalmente porque ninguno preferiría trabajar en un lugar donde se sienta estresado o incómodo. El clima laboral es un factor clave para que las empresas lleguen a sus objetivos; ya que debemos recordar que trabajamos con personas y no con máquinas.