La eficiencia energética consiste en la optimización del consumo de energías para incrementar la seguridad de que existirá un abastecimiento suficiente para toda la población. Por ejemplo, se considera que un proceso o dispositivo es energéticamente eficiente cuando la cantidad de energía que consume para funcionar es inferior a la media.
“Es importante saber diferenciar entre la eficiencia energética y el ahorro de energía. Mientras que la primera busca producir energía para cumplir tareas, evitando que se pierda la misma, la segunda implica disminuir su consumo, mediante la eliminación de ciertas actividades o la reducción de su frecuencia”, explica José Silva De las Casas, docente de la carrera de Ingeniería en Seguridad Laboral y Ambiental de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP).
Las consecuencias para el planeta, al no realizar un uso eficiente de la energía, implican un nivel mayor de contaminación, causado por la generación de gases de efecto invernadero, que afectan directamente y modifican negativamente los diferentes ecosistemas naturales del planeta. Asimismo, para la humanidad implica un mayor costo en el consumo eléctrico y una disminución de la calidad ambiental, generando problemas de salud en las personas.
El especialista afirma que “es importante que las empresas promuevan la eficiencia energética, porque con ella pueden ahorrar en costos por consumo eléctrico, generando productos y servicios que requieran menos energía. De esta manera, además de ser competitivas, son responsables social y ambientalmente, porque al disminuir su demanda, contribuyen a que las personas sin acceso a electricidad tengan mayores posibilidades de contar con este recurso. Además, el impacto sobre la calidad ambiental local también disminuiría lo que provocaría un ambiente menos contaminado”.
En este sentido el docente de la UTP comparte algunas recomendaciones que deberían seguir las organizaciones para promover la eficiencia energética:
Evaluar el consumo energético de la empresa. Para ello se debe realizar una comparación mensual del consumo de energía e intentar identificar los elementos que no sean energéticamente eficientes. Asimismo, se puede realizar una auditoría energética con un especialista en el tema que sea capaz de determinar qué procesos se pueden hacer más eficientes.
Promover el uso de iluminación con eficiencia en el consumo eléctrico. La iluminación puede llegar a ser uno de los elementos que representa un alto porcentaje en la factura de electricidad y genera una repercusión en el gasto energético. Para contrarrestar esto, se debe reemplazar la iluminación convencional por tecnología LED o LFC, que son de bajo consumo.
Revisar el diseño de ambientes. Se debe considerar el diseño de espacios teniendo en cuenta que sean ambientes ventilados naturalmente y bien iluminados por luz natural para disminuir el consumo eléctrico, a través del ahorro en aire acondicionado e iluminación artificial.
Promover el uso de las energías renovables. También conocidas como energías alternativas son aquellas que encontramos en la naturaleza en cantidades ilimitadas, a través del sol, la fuerza del viento o del agua y el calor de la tierra. Estas no producen gases de efecto invernadero ni emisiones contaminantes y son una gran alternativa para las empresas, porque con su uso cuidan el ambiente, mejoran su imagen y reducen costos.
“La eficiencia energética ha sido, es y será una pieza fundamental para mejorar la competitividad de nuestra economía y alcanzar un alto grado de desarrollo sostenible, tan ansiado y perseguido por la sociedad”, concluye el especialista.