Por Margarita Ducci, Directora Ejecutiva Pacto Global Chile, ONU
El 2024 ha marcado un antes y un después en la historia de nuestro planeta. Con una temperatura media que superó por primera vez el umbral de 1,5 °C establecido por el Acuerdo de París, la tierra ha experimentado un año de extremos climáticos que han dejado huellas profundas tanto en la naturaleza como en la economía global. Los datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) son alarmantes: este año ha sido el más caluroso desde que se tienen registros. En Chile, lo estamos viviendo ya que las temperaturas han alcanzado los casi 40 ºC. Las consecuencias, devastadoras, demandan acción inmediata por parte de todos los sectores de la sociedad, incluyendo a las empresas.
En el ámbito corporativo, el cambio climático ya no es un problema distante ni abstracto. Las empresas enfrentan riesgos financieros directos e indirectos relacionados con fenómenos como huracanes, inundaciones, escasez hídrica e incendios forestales. El mundo incurrió en pérdidas de más de 140 mil millones de dólares por desastres naturales en 2024. Estas cifras no sólo reflejan daños materiales, sino también, el impacto en cadenas de suministro, interrupciones operativas y daños a la infraestructura crítica. Sin ir más lejos, la situación de las marejadas anormales en Chile de los últimos días ha impactado a las comunidades costeras. El último episodio dejó pérdidas a las personas en torno a los $400 millones, causando daños económicos en la pesca, acuicultura y turismo.
Las principales instituciones climáticas coinciden en que la situación se agravará si no se toman medidas urgentes. En el sector empresarial, ignorar los riesgos climáticos puede traducirse en mayores costos de operación, disminución de la competitividad y daños irreversibles a la reputación. En este contexto, las empresas deben integrar los riesgos climáticos en sus estrategias de sostenibilidad corporativa. Esto implica realizar evaluaciones de impacto ambiental periódicas, invertir en tecnologías limpias y adoptar políticas de reducción de emisiones de carbono. Ello porque la transición hacia modelos de negocio sostenibles no sólo es una necesidad ética, sino también una ventaja competitiva. Las empresas que lideren este cambio podrán acceder a oportunidades de mercado, mejorar su reputación y atraer inversores comprometidos con el desarrollo sostenible.
Es fundamental que las empresas también desarrollen planes de gestión de riesgos climáticos. Para ello, Pacto Global ofrece el programa “Acelerador por el Clima”, e invita a las empresas a comprometerse a metas climáticas, en su iniciativa Forward Faster (Avanzar más rápido). Estas deben incluir monitoreo de cifras y medidas concretas para mitigar el impacto de eventos extremos, como la diversificación de fuentes de suministro, la protección de activos vulnerables y la colaboración con comunidades locales para fortalecer la resiliencia. Asimismo, la transparencia en la comunicación de estos riesgos y las acciones emprendidas, son claves para mantener la confianza de los accionistas y clientes, por lo que es imperativo reportar estos indicadores en su plataforma COP (Comunicación de Progreso).
Así, el cambio climático es el desafío más urgente de nuestra era y la sostenibilidad ya no es una opción; es una necesidad impostergable. Si no se adoptan medidas inmediatas, el costo de la inacción será incalculable, no sólo en términos económicos, sino también en vidas humanas y biodiversidad perdida.