Una recesión en Estados Unidos puede reducir su capacidad de compra, afectando directamente la demanda de los productos peruanos y presionando los precios a la baja. Las crisis son momentos de ruptura, pero también de oportunidad. Si las empresas peruanas logran adaptarse con agilidad, pueden consolidar relaciones comerciales de largo plazo, mejorar su propuesta de valor y salir fortalecidas de esta turbulencia
Estados Unidos, uno de los principales socios comerciales del Perú, muestra señales crecientes de desaceleración económica. Un posible escenario de recesión durante el 2025 puede afectar seriamente a países como el Perú, que han construido una relación comercial sólida con este mercado. Aunque la economía peruana tiene hoy una mayor solidez macroeconómica, los efectos indirectos pueden ser significativos si no se toman acciones a tiempo, según indicó Christian Privat, Socio de Antut Advisors.
Asimismo, explicó que en los últimos años, el Perú ha desarrollado con éxito sectores como el agrícola y el minero, consolidándose como proveedor estratégico para EE.UU. En el rubro agroexportador, productos como la palta y los berries peruanos han ganado un espacio importante, sirviendo incluso como alternativa cuando México no puede cubrir su cuota de abastecimiento por razones estacionales. En el sector minero, la oferta de oro, cobre, zinc, plomo y otros minerales resulta vital para una economía industrializada como la norteamericana.
Resaltó que no obstante, una recesión en Estados Unidos puede reducir su capacidad de compra, afectando directamente la demanda de los productos peruanos y presionando los precios a la baja. Este fenómeno genera un doble golpe: menos volumen de exportación y menores precios por tonelada o kilogramo exportado. Asimismo, en contextos recesivos, el dólar suele fortalecerse al convertirse en refugio natural de los inversionistas, lo que puede generar distorsiones cambiarias que afecten la competitividad de las exportaciones.
“Frente a este escenario, las empresas peruanas deben adoptar una actitud proactiva. La gestión de riesgos es clave: desde el uso de instrumentos de cobertura cambiaria, hasta la diversificación de mercados y clientes para reducir la dependencia de un solo destino. También resulta vital reforzar la eficiencia operativa, buscando economías de escala y mejoras de procesos que permitan sostener márgenes frente a condiciones adversas”, agregó.
El socio de Antut Advisors mencionó que aunque el Perú cuenta con reservas internacionales fuertes y un sistema financiero relativamente sólido, la situación interna complica el panorama. La falta de crecimiento sostenido, la inseguridad, la alta informalidad y una inflación que golpea más a los sectores vulnerables que al promedio general, limitan la capacidad de respuesta del país frente a una crisis externa.
Explicó además, que importar una recesión desde nuestros socios comerciales no es nuevo, pero esta vez nos encuentra con aprendizajes acumulados, mejores capacidades institucionales, y un sector privado más competitivo. El reto está en aplicar esas fortalezas con rapidez, estrategia y visión.
“Las crisis son momentos de ruptura, pero también de oportunidad. Si las empresas peruanas logran adaptarse con agilidad, pueden consolidar relaciones comerciales de largo plazo, mejorar su propuesta de valor y salir fortalecidas de esta turbulencia” concluyó.