El Dr. José Montoya Belmonte detalla las oportunidades, retos y compromisos de los fabricantes de plástico en la región.
La prohibición de los plásticos de un solo uso en América Latina sigue siendo un tema en expansión y debate. Recientemente entró en vigencia en Colombia la ley que prohíbe el uso y fabricación de estos plásticos, sumándose a iniciativas como las de Chile y México.
No obstante, un gran sector de la población ha manifestado preocupación por los efectos colaterales de esta ley, no precisamente para el medioambiente, sino para los fabricantes y los empleos derivados de esta industria.
El Dr. José Montoya Belmonte, Ingeniero industrial y docente de la Maestría Oficial en Economía Circular y Desarrollo Sostenible de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, perteneciente a Planeta Formación y Universidades, tiene una mirada optimista respecto a estos temores infundados.
La industria del plástico no muere, solo se transforma
Según lo indica el experto, antes de que esta ley obligue a cerrar fábricas y eliminar puestos de trabajo, el sector que depende del plástico deberá adaptarse y, eventualmente, conformar nuevos empleos, sea en la fabricación de implementos más sostenibles, o en la optimización de procesos de reciclaje.
«La prohibición está exclusivamente en plásticos de un solo uso, pero el plástico no va a desaparecer tan fácilmente», afirma el docente de VIU. «Las empresas deben invertir en temas de I+D+i, para mejorar y adaptar sus instalaciones a la fabricación de plásticos nuevos con un tanto por ciento de material reciclado o nuevas características como por ejemplo reducciones de micraje».
Estas son medidas que muchas empresas han adoptado en países como Colombia. Los fabricantes de bebidas embotelladas, por ejemplo, han reducido significativamente el grosor de su plástico, se ha retornado a la cultura del envase retornable y el vidrio ha vuelto a utilizarse para las bebidas.
En cuanto a las empresas que se dedican a la recolección del plástico para su reutilización, la prohibición les permitirá crear nuevos puestos de trabajo y oportunidades de innovación y desarrollo. Se volverán más importantes de lo que son hoy y darán calidad de vida a los empleados que estén inmersos en la labor.
Los cuatro retos de las empresas para apuntar a un futuro sostenible
Con miras a mejorar el ciclo en la cadena de valor de los materiales plásticos, las empresas deberán enfrentarse a escenarios necesarios para contribuir al cambio. El Dr. José Montoya Belmonte indica cuatro de los más relevantes:
Compromiso institucional: las empresas deberán esforzarse para cumplir los objetivos trazados por los Gobiernos y ceñirse a las normas establecidas. Siendo la legislación sanitaria un proceso lento y complejo, trabajar por el cumplimiento de las nuevas leyes ambientales contribuye a avanzar con más celeridad.
Investigación, desarrollo y patrocinio: Los fabricantes deben buscar nuevas materias primas para desarrollar productos más sostenibles e igual de eficientes. Deben investigar, formular nuevos diseños, lanzarlos al mercado, así como recibir incentivos económicos para lograrlo.
Reingeniería: los procesos de producción deben apuntar a reducir el impacto ambiental transformando el consumo de bienes y servicios, lo que derivará no solo en la preservación del medioambiente, sino también en un aumento de la rentabilidad.
Nuevos modelos de negocio: aspirar a un futuro sin plásticos contaminantes llevará a que nuevas empresas con ideas innovadoras se fortalezcan, manteniendo en el mercado estos productos de un solo uso, pero con materiales más amigables como el cartón y papel.
Pedagogía del consumidor: las empresas deberán asumir el compromiso crucial de contribuir en la educación de la sociedad sobre la importancia del consumo y uso inteligente del plástico, incentivando el cambio de hábitos. Al final, es el consumidor parte esencial de la cadena.
Los plásticos siguen siendo motivo de alarma ambiental
Un plástico convencional puede tardar hasta 400 años en degradarse, y aunque se descompone, las partículas llegan de todos modos a los ecosistemas y hasta nosotros, los humanos.
Los impactos para el medioambiente son evidentes. La producción de plástico potencia el calentamiento global por la emisión de gases efecto invernadero, y su manejo también afecta, pues al ser incinerado el plástico, se liberan vapores tóxicos que afectan nuestra salud. El ser humano enferma por el plástico.
«Se han detectado muchos micro plásticos por ejemplo en especies marinas, las cuales, posteriormente, son consumidas por el ser humano u otros animales», detalla el docente de la Universidad Internacional de Valencia. «De ahí a que surjan consecuencias en la salud como deformaciones y obstrucciones intestinales en los animales y alteraciones endocrinas, desequilibrios hormonales o infertilidad en el ser humano».
El llamado, entonces, es a despejar los temores que surgen colectivamente y abrazar, en su lugar, las iniciativas que dibujan un futuro más amigable con el medioambiente y nuestra salud.