El 70% de la juventud en peruanos trabajarán en el sector servicios, alejándose de empleos agrícolas y manufactureros. Sin políticas públicas para hacer frente a los nuevos desafíos laborales, la juventud podría enfrentar mayores tasas de desempleo e inestabilidad. Perú es uno de los países analizados para llevar a cabo la proyección.
Un estudio prospectivo de Ayuda en Acción y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyecta que los jóvenes peruanos experimentarán cambios sustanciales en sus oportunidades laborales hacia 2030 ya que los jóvenes ocupados se concentrarán cada vez más en el sector servicios y dejarán progresivamente las ocupaciones asociadas al trabajo agrícola y manufacturero.
Esta expansión plantea serios desafíos de productividad y sostenibilidad para el Perú, al ser uno de los países analizados para llevar a cabo la proyección. A corto plazo, el cambio de sectores laborales podría ofrecer oportunidades de empleo formal a la juventud peruana. Sin embargo, el estudio subraya el riesgo de que, a mediano plazo, la falta de políticas públicas específicas para enfrentar los desafíos del sector servicios conlleve un aumento en la precariedad laboral y el desempleo juvenil.
En un contexto donde existe una triple trampa de bajo crecimiento, alta desigualdad y baja capacidad institucional y de gobernanza que afecta a América Latina, Perú se encuentra en una situación similar.
En términos de educación, el país ha logrado avances en el acceso y finalización en los distintos niveles educativos, pero aún persisten desafíos de inclusión y de calidad que obstaculizan trayectorias educativas y laborales satisfactorias. La tasa de finalización en la educación secundaria varía según el nivel socioeconómico, con brechas que crecen a medida que aumenta el nivel educativo.
A corto plazo, el cambio de sectores laborales podría ofrecer oportunidades de empleo formal a la juventud. Sin embargo, el estudio subraya el riesgo de que, a mediano plazo, la falta de políticas públicas específicas para enfrentar los desafíos del sector servicios conlleve un aumento en la precariedad laboral y el desempleo juvenil.
«Sin políticas públicas específicas para mitigar estos riesgos, las tasas de desempleo e inestabilidad laboral podrían crecer, sobre todo ante el impacto del cambio climático y otros procesos migratorios que intensifican la competencia laboral en zonas urbanas,» señala Matías Figueroa, directivo de la fundación Ayuda en Acción, quien ha presentado el informe junto con Andrés Espejo, oficial de asuntos económicos de la CEPAL.
Juventud, desigualdades y empleo en América Latina
Los mercados laborales de la región se caracterizan por problemas estructurales donde resaltan las desigualdades y, principalmente la situación de desventaja de las personas jóvenes. No sólo les cuesta más encontrar empleo, lo que se expresa en mayores tasas de desocupación, sino que, cuando lo hacen, acceden a trabajos de menor remuneración y mayor desprotección. Según los datos del informe, en 2022, más del 20% de las personas ocupadas entre 15 y 29 años reciben ingresos laborales menores a la línea de la pobreza, mientras que el 37% recibe ingresos menores a los salarios mínimos nacionales.
Esto tiene un claro efecto en la incidencia de la pobreza, siendo la infancia y la juventud las más afectadas: el 31% de las personas entre 15 a 19 años se encontraba en situación de pobreza, y el 8,5%, en situación de pobreza extrema. Estos porcentajes disminuyen a 22% y 5,7%, respectivamente, en la población entre 20 y 24 años, y a 21,5% y 5,6%, respectivamente, en la población entre 25 y 29 años.
Desafíos y proyecciones para 2030
El análisis de Ayuda en Acción y CEPAL plantea un escenario realista donde el 70% de la juventud ocupada en 2030 se concentraría en los servicios públicos y empresas (34,6%), comercio (30,2%) y servicios básicos (6,4%). Mientras que un menor porcentaje se ubicaría en manufactura (13,3%), agricultura (8,2%) y construcción (7,4%). Sin embargo, el informe también atiende a las diferencias entre los países, ya que dependiendo de las características particulares la intensidad del cambio será menor o mayor.
En el caso de Perú, la caída más marcada de la ocupación juvenil se dará en el sector agrícola, seguidamente de la industria manufacturera. Al mismo tiempo, se espera que el crecimiento en el empleo juvenil, dentro del sector servicios, se concentre en la construcción y servicios básicos, subsectores que se perfilan, así como los motores del nuevo mercado laboral del país. Sin embargo, el estudio insiste en que, sin políticas públicas específicas, la juventud peruana podría enfrentar mayor desempleo y precariedad laboral.
“La juventud tiene el potencial de ser un motor de cambio estructural en América Latina. Para esto, es esencial que sus necesidades y aspiraciones se conviertan en el centro de las políticas de desarrollo en la región para garantizar un futuro laboral digno y sostenible”, agregó Figueroa.
Estrategias y recomendaciones: áreas clave de acción para 2030
Para contrarrestar estos desafíos y garantizar empleos dignos para la juventud, Ayuda en Acción y CEPAL destacan áreas prioritarias que requieren atención urgente:
- Formalización del empleo juvenil: El estudio recomienda la implementación de programas orientados a reducir la alta tasa de informalidad laboral que afecta a los jóvenes de la región, brindando protección social y mejorando la calidad de los empleos.
- Generación de empleos de calidad: La promoción de empleo juvenil debe enfocarse en sectores de alto valor, con especial atención a servicios públicos, tecnología y energías sostenibles, sectores que ofrecen mayor estabilidad y oportunidades de desarrollo.
- Reducción de las brechas de género: Combatir las desigualdades de género en el mercado laboral resulta esencial para garantizar la inclusión de las mujeres jóvenes en empleos de calidad, promoviendo la equidad en las oportunidades.
- Fortalecimiento de sistemas de información laboral: Dotar a los jóvenes de datos actualizados y fiables sobre el mercado laboral es fundamental para facilitar su inserción laboral y mejorar la calidad de sus empleos.
- Invertir en educación y formación: Desarrollar programas de capacitación profesional y reforzar la calidad de la educación y la formación técnica permitirán a la juventud responder a las demandas cambiantes del mercado laboral, especialmente en un entorno de alta automatización y transformación digital.
“Invertir en la juventud es lo más justo socialmente, pero también es lo más inteligente para el futuro de la región. Esto requiere una concepción integral de las políticas hacia adolescentes y jóvenes, trabajando activamente para superar las brechas existentes y reducir las desigualdades”, valora Figueroa. “Asimismo, es esencial que las políticas enfocadas en las juventudes incluyan la participación de las personas jóvenes en la toma de decisiones y en la formulación de las políticas que les atañen”, concluye Figueroa.