Entre recesión y resistencia, señales mixtas en la economía global

Las autoridades de la Reserva Federal ofrecieron un mensaje heterogéneo, pero marcadamente preocupado.

La semana estuvo marcada por una compleja confluencia de tensiones geopolíticas, políticas comerciales agresivas y una batería de declaraciones y datos económicos que reflejan una creciente incertidumbre en los mercados globales. Estados Unidos continúa siendo el epicentro del dinamismo económico y político, con implicaciones que se extienden al sector corporativo, las relaciones transatlánticas y las economías asiáticas.

En el plano macroeconómico, las cifras de inflación al productor en EE.UU. sorprendieron a la baja. El Índice de Precios al Productor (IPP) mensual cayó un -0,4% en marzo frente a la previsión de +0,2%, mientras que el IPP subyacente retrocedió un -0,1%, también por debajo de las expectativas. A nivel anual, el IPP se situó en 2,7%, frente al 3,3% previsto, mientras que el IPP subyacente se moderó al 3,3%. Estos datos, que en otro contexto habrían fortalecido las expectativas de recortes de tipos por parte de la Reserva Federal, contrastan con las previsiones del PIB de la Fed de Nueva York que apenas variaron: 2,59% para el primer trimestre y una ligera alza a 2,62% para el segundo.

Sin embargo, las señales de debilidad en el consumo fueron notables. La Universidad de Michigan reveló una fuerte caída en la confianza del consumidor para abril: el índice general se ubicó en 50,8, muy por debajo de la previsión de 54 y del anterior 57. La percepción de condiciones actuales también decayó a 56,5 (vs. 61,5 esperados), al igual que las expectativas del consumidor, que cayeron a 47,2. Más preocupante aún, las expectativas de inflación a un año repuntaron drásticamente al 6,7% (vs. 5%), y a cinco años subieron a 4,4% (vs. 4,1%), reflejando la presión que los nuevos aranceles podrían ejercer sobre los precios.

Las autoridades de la Reserva Federal ofrecieron un mensaje heterogéneo, pero marcadamente preocupado. Susan Collins, presidenta de la Fed de Boston, sostuvo que las tasas se mantendrán elevadas por más tiempo debido a las perturbaciones generadas por los aranceles del presidente Trump, aunque dejó abierta la posibilidad de recortes hacia finales de año. John Williams, por su parte, descartó un entorno de estanflación, aunque admitió que la economía se desacelerará significativamente y que los aranceles elevarán la inflación hasta entre el 3,5% y el 4%. Además, advirtió sobre los efectos desestabilizadores que podrían derivarse de respuestas descoordinadas de otros países. Neel Kashkari reiteró la importancia de anclar las expectativas de inflación, mientras que Adriana Kugler y Tomás Musalem alertaron sobre el impacto prolongado de la guerra comercial, con Musalem señalando que una mayor inflación con debilidad laboral ya se perfila como un escenario base.

En el frente político, el Gobierno de EE.UU. endureció su postura comercial con un nuevo régimen de aranceles altamente proteccionista. La estructura incluye tarifas base del 10% para todos los países, un 25% para importaciones de automóviles, acero y aluminio, un 25% adicional para México y Canadá, y un arancel extremo del 145% para productos provenientes de China. Si bien se anunció una exención temporal para dispositivos tecnológicos como teléfonos inteligentes, computadoras y semiconductores, la administración aclaró que estas exenciones son transitorias y que podrían estar sujetas a nuevas tarifas específicas en uno o dos meses. Trump desmintió los informes sobre excepciones arancelarias y aclaró que los productos electrónicos simplemente han sido reclasificados bajo un régimen de tarifas del 20% aplicable al fentanilo.

En paralelo, Trump impulsa conversaciones con países clave como Japón, Corea del Sur, India y Vietnam, buscando realinear acuerdos estratégicos para contrarrestar la influencia comercial de China. La visita del principal negociador japonés Akazawa Ryosei a Washington refuerza esta tendencia. Desde Europa, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sugirió que, si las negociaciones con EE.UU. fracasan en los próximos 90 días, la UE podría imponer un impuesto sobre los ingresos publicitarios de gigantes tecnológicos como Meta y Google.

La política exterior de la Casa Blanca también estuvo activa. La reunión del enviado especial de Trump, Steve Witkoff, con funcionarios rusos fue calificada por el Kremlin como «útil», aunque sin avances tangibles. Mientras tanto, Trump insiste en que los ingresos arancelarios se destinarán a reducir la deuda pública y que su administración se prepara para reforzar sanciones sobre Irán, incluyendo el bloqueo total a las exportaciones de petróleo del país. Además, fuentes cercanas revelaron planes para obligar a grandes bancos como JPMorgan, Citigroup y Bank of America a ampliar significativamente sus préstamos a pequeñas empresas, como medida de estímulo directo.

En el ámbito corporativo, los gigantes bancarios Goldman Sachs y Morgan Stanley superaron ampliamente las expectativas del mercado en sus resultados del primer trimestre. Goldman reportó un BPA de 14,12 dólares, por encima del estimado de 12,26, y anunció un ambicioso programa de recompra de acciones de hasta 40.000 millones de dólares. Sus ingresos por operaciones de renta variable sorprendieron al alza con 4.190 millones, aunque los ingresos por FICC quedaron ligeramente por debajo de lo previsto. Morgan Stanley también brilló con ingresos netos de 17.700 millones de dólares frente a 16.560 millones esperados, destacándose en el segmento de trading de acciones con 4.130 millones de dólares, muy por encima del consenso.

Apple también protagonizó la apertura de mercado con un impresionante salto del 7% en premarket, tras beneficiarse indirectamente de las exenciones arancelarias temporales a dispositivos electrónicos fabricados en China.

En cuanto a política energética, el número de plataformas petroleras activas en EE.UU. cayó a 480, desde 489 en la semana anterior, según Baker Hughes, reflejando una reducción general del número de yacimientos activos de 590 a 583. Esta contracción podría implicar futuras restricciones en la oferta local en un contexto global ya tensionado por las sanciones a Irán y los potenciales cambios geopolíticos derivados del próximo viaje de Trump a Arabia Saudita.

En Europa, los efectos de la guerra comercial aún no se han reflejado plenamente en los indicadores económicos, según el Ministerio de Economía alemán, aunque el riesgo de desaceleración global es considerable. El comisario de Economía de la UE, Valdis Dombrovskis, llamó a una respuesta fiscal cautelosa pero no descartó un crecimiento moderado, incluso con los impactos de los aranceles. Goldman Sachs, por su parte, ajustó su previsión del tipo terminal del BCE al 1,5% para 2025, esperando un recorte adicional de 25 puntos básicos en septiembre, frente al 1,75% estimado anteriormente.

En Asia, las exportaciones chinas sorprendieron positivamente con un crecimiento del 12,4% interanual en marzo, muy por encima del 4,4% proyectado por Reuters, reflejando el adelantamiento de envíos ante la amenaza de los aranceles estadounidenses. Sin embargo, las importaciones continuaron en descenso con una caída del 4,3%, lo que refleja una demanda interna aún deprimida. Desde el frente diplomático, Ucrania denunció la presencia de ciudadanos chinos luchando junto a Rusia, lo que añade una capa más a las complejidades de la guerra en Europa del Este y las tensiones entre Washington, Moscú y Pekín.

El panorama de los mercados globales se mueve bajo una creciente presión estructural generada por la ofensiva arancelaria de Estados Unidos. Si bien los datos macroeconómicos aún no muestran una estanflación evidente, los riesgos al alza en la inflación están cada vez más anclados en las expectativas del consumidor. Las decisiones de política monetaria parecen depender ahora más de la evolución geopolítica y comercial que de los datos económicos tradicionales.

A corto plazo, el mercado enfrenta un escenario de fuerte volatilidad: la posibilidad de recortes de tasas se ve contrarrestada por datos de inflación persistente y una política fiscal incierta. A medio plazo, si las tensiones comerciales no se resuelven, podríamos ver un deterioro significativo del comercio global, afectando la confianza empresarial e incrementando los riesgos de recesión sincronizada. En contraste, el sólido desempeño corporativo y los estímulos fiscales selectivos podrían ofrecer cierto alivio en el segundo semestre, siempre que se logren acuerdos multilaterales que disipen la incertidumbre.

La clave para los inversores será navegar con prudencia entre sectores defensivos y oportunidades tácticas, manteniendo una vigilancia estrecha sobre las decisiones de la Fed, los desarrollos comerciales y el sentimiento del consumidor, cuyo deterioro podría convertirse en el verdadero catalizador de un cambio de ciclo económico global.