VT Markets advierte que la suspensión de los aranceles por 90 días genera más incertidumbre que confianza en economías como la peruana. Además, se calcula una posible caída de hasta 0.26% del PBI en exportaciones peruanas como resultado del contexto incierto.
La reciente suspensión temporal de aranceles por parte de Estados Unidos ha sido interpretada como un gesto diplomático que otorga un respiro inmediato a los mercados financieros, pero no resuelve los riesgos estructurales de una guerra comercial aún en marcha.
Para Eduardo Ramos, analista de mercados de VT Markets, países latinoamericanos como Perú, México, Argentina y Chile, que dependen significativamente de sus vínculos comerciales con EE.UU., experimentaron una reacción técnica positiva en sus bolsas y monedas locales. “En Perú, el sol mostró señales de estabilidad, mientras que el mercado bursátil local corrigió al alza. Sin embargo, esta recuperación es vista con escepticismo”, refiere el especialista.
“Esta suspensión es una tregua, no el final del conflicto. La medida reafirma que estamos en una etapa de política comercial impredecible. Y eso, para los negocios, es veneno puro”, añade.
En el caso de Perú, preocupa su doble exposición externa. Por un lado, el sector minero —con el cobre y el oro como principales protagonistas— depende fuertemente del mercado asiático, particularmente de China. Por otro lado, el sector agroexportador, que ha venido ganando presencia en Estados Unidos, se vuelve especialmente vulnerable ante cualquier giro arancelario.
“Si las tensiones comerciales ralentizan la demanda desde China, eso golpea directamente a nuestras exportaciones mineras. Y si EE.UU. decide extender sus barreras a otros sectores o regiones, productos como el espárrago o la palta peruana pueden perder competitividad”, advierte el analista de VT Markets que también apunta a un golpe en las exportaciones.
“Hay estimaciones que calculan una posible caída de hasta 0.26% del PBI en exportaciones peruanas como resultado del contexto incierto. Esto representaría un golpe considerable para una economía que ya venía mostrando señales de fragilidad estructural”, señala Eduardo Ramos.
La medida estadounidense, de carácter temporal, ha generado preocupación entre exportadores peruanos, especialmente en el sector agroindustrial, que necesita estabilidad para planificar logística e inversión a largo plazo.
En el caso de Chile y Argentina, la situación es igualmente delicada. Mientras el peso argentino continúa bajo presión por factores internos, el chileno podría verse afectado si la demanda china de cobre se reduce como respuesta a la tensión geopolítica.