En menos de una década, el Perú ha sufrido hasta tres veces los embates del calentamiento global y se calcula que, entre este año y el próximo, El Niño tendrá un impacto de hasta 2% del PBI en nuestra economía. En ese contexto, hacer foco en los criterios de gobernanza puede salvar de la bancarrota a las empresas locales, en base a la metodología de calificación ESG Intelligence de CIAL Dun & Bradstreet.
Hoy cada vez es más urgente que las empresas incluyan, dentro de sus proyecciones de negocio, el efecto que el cambio climático puede provocar en sus resultados de corto, mediano y largo plazo. Y si este ejercicio es ya mundialmente aceptado, con mucha mayor razón debe aplicarse en el Perú y Latinoamérica, una región que está considerada como la segunda más afectada por este fenómeno a nivel global, según los reportes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En nuestro país, por ejemplo, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ha estimado que sólo entre este año y el próximo el fenómeno de El Niño generará un impacto negativo en la economía peruana de hasta 2% del PBI, lo que equivale a S/18.600 millones.
Y si se toma en cuenta que en la última década el Perú ha sufrido hasta tres veces los embates del calentamiento global, bien vale la pena que las empresas asimilen en sus presupuestos las fórmulas para lidiar con este problema.
GOBIERNO AMBIENTAL, SOCIAL Y CORPORATIVO
En esa línea, una de las alternativas pasa por incorporar en los planes corporativos los criterios de gobernanza que postulan los preceptos ESG (Enviromental, Social and Governance), tal como propone la calificadora CIAL Dun & Bradstreet, que viene operando 61 años en nuestro país y más de 180 años a escala mundial.
“Los planes de recuperación frente a los desastres naturales son parte de las tareas que corresponden al ítem de estabilidad y resiliencia de una empresa, dentro de los criterios de gobernanza que postulamos en base a la metodología de calificación ESG Intelligence”, explica al respecto Sebastian Hasenauer, country manager de CIAL Dun & Bradstreet para la Región Andina.
Vale apuntar que este vértice de estabilidad y resiliencia de una empresa incluye también aspectos como un plan de acción frente a una potencial bancarrota y un sistema de manejo de riesgos, entre otros.
HUELLA DE CARBONO
Lo dicho toma relevancia, además, si se recuerda que en los últimos años más de 150 millones de personas han sido afectadas por los desastres naturales en América Latina, con un costo económico que equivale al 1,7% del PBI de la región, de acuerdo con Adriana Quirós, country manager para el Perú del Pacto global de la ONU.
“En Latinoamérica enfrentamos obstáculos muy grandes. Nos falta pasar del compromiso a la acción. Por ejemplo, de las 616 empresas que en nuestra región están midiendo su huella de carbono, apenas 57 están reduciendo su impacto”, detalla la ejecutiva.
Para llevar adelante las urgentes políticas de sostenibilidad, añade, en países como el Perú no basta con el papel del Estado, sino con el rol eficiente de las empresas, que en ocasiones son hasta más grandes.
TRANSPARENCIA Y COMPLIANCE
A un nivel más macro, sirve apuntar que los criterios de gobernanza ESG consideran asignaciones de gobernanza corporativa, como la ética y la transparencia empresarial, así como la defensa de los derechos de los accionistas minoritarios.
En ese mismo sentido, la gobernanza involucra tareas como el compliance corporativo, lo que hace necesario contar con un oficial de cumplimiento independiente y el monitoreo de actividades criminales, entre otras asignaciones.