Al sur de Lima, Roberto administra tres negocios distintos –un mini mercado, una licorería y la compra/venta de inmuebles–, al tiempo que estudia Derecho en la universidad. Empezó sus negocios con capital propio, pero para crecer tuvo que hacerse de un préstamo. Aunque hubiera preferido prestarse de un banco, no tenía historial crediticio, por lo que no calificaba para un crédito por el monto que necesitaba. Claro, los diarios locales están llenos de anuncios que ofrecen préstamos con garantía o solo con DNI, al instante, 100% legales o no tanto. Al final, Roberto encontró un prestamista dispuesto a darle la cantidad que necesitaba a una tasa de 6% de interés mensual (101% anual).
Las pequeñas y medianas empresas en Perú lidian día a día con un sistema financiero hostil, que no está diseñado para atender sus necesidades particulares. Es cierto que el país ha dado pasos importantes en promover el acceso al sistema financiero a cientos de miles de personas y empresas, el surgimiento y consolidación de entidades financieras especializadas en microcréditos –cajas municipales y rurales, Edpymes, cooperativas de ahorro y crédito y financieras– es evidencia de ello. Estas entidades, sin embargo, otorgan créditos que en promedio están por debajo de lo que una pyme necesita para financiar su crecimiento.
Dentro del sistema financiero regulado, el sector pyme es atendido casi en su totalidad por la banca múltiple (58%), las cajas municipales (28%) y las financieras (11%). La tasa de interés promedio es de 34%, aunque la variabilidad es alta. Mientras tanto, las tasas de interés para créditos informales suelen ser mayores a 200%. Muchos empresarios están dispuestos a pagarlas con tal de obtener un préstamo en el momento y por el monto que necesitan, algo que las instituciones financieras reguladas simplemente no pueden ofrecer.
El modelo tradicional de la banca, basado en construir una relación con el cliente, otorgando primero créditos pequeños, para luego de haber comprobado la capacidad de repago, aprobar montos mayores, simplemente resulta demasiado lento para el ritmo al que se mueve un pequeño empresario. Evitar el riesgo es parte de la esencia de los bancos. El problema está en que estos evalúan el riesgo con métodos desfasados e inadecuados para las pequeñas empresas. Los créditos deberían adecuarse a los proyectos de inversión de los empresarios y no al revés.
En el contexto actual de desaceleración, el Gobierno plantea retomar el crecimiento con la expansión de grandes proyectos mineros. Pero este crecimiento no será sostenible si seguimos dependiendo tan fuertemente de la demanda externa de los commodities producidos por un puñado de grandes empresas. Más bien, es necesario brindar las condiciones para que los cientos de miles de proyectos de las mipymes se puedan realizar. Esto significa, entre otras cosas, acceso más adecuado a financiamiento.
Tal vez sea muy difícil cambiar la manera en que las instituciones financieras tradicionales evalúan el riesgo y toman decisiones. Este puede ser el momento preciso para que el Perú se suba a la ola de las finanzas alternativas y las fintech.
Ante ello, en la región cada vez hay más fintechs: entidades financieras que aprovechan la creciente disponibilidad de datos y herramientas tecnológicas para satisfacer a este mercado desatendido. Por ejemplo, Destácame, en Chile, ha creado un scoring alternativo basado en el historial de pago de servicios para evaluar el comportamiento de pago de las empresas. En Perú, Prestamype ha logrado conectar de manera directa a inversionistas y empresarios, permitiendo préstamos rápidos con garantía hipotecaria y a tasas más competitivas para ambas partes, gracias a eliminación de la costosa intermediación y el uso de la tecnología.
Aunque pueden ser una alternativa a la problemática, solo existen 16 fintechs peruanas, de un total de 703 en la región. Muy por debajo de Brasil (230) o México (180), según el BID. Una de las razones que explican este pobre desarrollo es que no existe un marco regulatorio específico, pues por décadas, la SBS se ha enfocado en velar por la estabilidad del sistema financiero. Quizás es momento de que ponga énfasis en su rol de promover un sistema más inclusivo a las necesidades de las pymes peruanas.