La economía mundial ha entrado en una nueva etapa de incertidumbre a gran escala ocasionada por el brote del Covid-19.
Artículo elaborado por: Estanislao Rodriguez Jaymez
Twitter: @Estanislao_RJ
El día en el que la Organización Mundial de la Salud declaró oficialmente que el Covid-19 era una pandemia mundial, las acciones de la bolsa de Wall Street se desmoronaron hacia un bear market o “mercado bajista”. En este sentido, la mencionada situación se determinó a causa de que el índice bursátil, Down Jones, finalizó un 20% por debajo de la tendencia al alza que había llegado hasta inicios de febrero. De este modo, dicha situación terminó con los récords históricos alcistas de los mercados bursátiles en los Estados Unidos.
Por otro lado, el día de ayer Wall Street y las principales bolsas europeas tuvieron pérdidas significativas con una caída de más del 3% de acuerdo a los principales indicadores bursátiles S&P 500 y Down Jones que cayeron un 3,79% y 4,12% respectivamente. Cabe resaltar que dichas cifras se evidenciaron a pesar de que el senado estadounidense aprobó el jueves un proyecto de ley a través de un estímulo económico equivalente a 2 billones de dólares. Dicho monto sería destinado para el apoyo a las industrias americanas más afectadas por el coronavirus, a las familias más vulnerables, al desempleo, así como hacia préstamos para pequeñas y medianas empresas, además de ayuda al sector de la salud. Sin embargo, ¿Por qué a pesar de dicho apoyo económico por parte del gobierno de Estados Unidos las principales bolsas bursátiles americanas y europeas cerraron el día de ayer a la baja? Esto podría explicarse por el hecho de que existe un panorama de incertidumbre entre los principales inversores europeos generado por una cierta lentitud de parte de los líderes de la Unión Europea en el establecimiento de consensos formales que puedan, de alguna manera, afrontar de una forma adecuada la crisis sanitaria ocasionada por el coronavirus, así como contrarrestar los estragos de una pronta crisis económica global por la propagación de la pandemia.
De otra parte, las economías más desarrolladas en Europa han dispuesto diversas políticas económicas para disminuir el impacto negativo del coronavirus en sus economías. En este sentido, Boris Johnson, primer ministro británico, señaló que el Reino Unido inyectará la suma de US$400.000 millones destinados a préstamos para las empresas golpeadas por la pandemia. Dicha medida equivale aproximadamente al 15% del PBI de la nación. Además, el gobierno de dicho país anunció la exoneración de impuestos tributarios por un año, así como también la suma de miles de millones de dólares en apoyo a las pequeñas empresas.
Asimismo, el presidente francés, Emmanuel Macron, sostuvo que el plan económico de emergencia de Francia incluirá bonos para apoyar a las pequeñas y medianas empresas, así como medidas de protección para los trabajadores independientes y aquellos asalariados cuyos trabajos permanecen estancados. Además, el gobierno determinó el aplazamiento de impuestos y contribuciones fiscales para las empresas.
En el caso italiano, el primer ministro, Giuseppe Conte, anunció la destinación de una importante suma de dinero para ayudar financieramente a las empresas más afectadas, las entregas de bonos y subsidios para los trabajadores independientes y desempleados, así como la exoneración temporal de impuestos fiscales de ciudadanos y empresas.
De otra parte, la canciller alemana, Angela Merkel, señaló que su gobierno destinará un crédito ilimitado a las empresas a través de la banca pública con la finalidad de que los trabajadores no resulten tan afectados por la disminución en la producción.
Sin embargo, la principal interrogante sería si ¿estas medidas llevadas a cabo por las principales economías salvarán al mundo de una inminente recesión económica? La respuesta es negativa. Si bien se aprecian los esfuerzos que están haciendo los países más desarrollados para contrarrestar, de alguna manera, los estragos económicos que está causando la conocida pandemia, me temo que estamos no muy lejos de una crisis económica a escala mundial. En este sentido, la mencionada crisis sería más severa que aquella del 2008 cuyos orígenes fueron en los Estados Unidos.
Según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), dentro de los efectos de la pandemia, 25 millones de personas podrían quedarse sin trabajo. De este modo, considero que no solo estamos a puertas de una devastadora crisis económica; sino que además se avecina otra crisis laboral que, sin ninguna duda, marcará un antes y después en la población mundial. Dicha situación sería más fuerte que aquella generada por la crisis financiera del 2008 que ocasionó la pérdida de, aproximadamente, 22 millones de empleos a nivel global.
Otro interrogante inquietante es determinar el impacto que tendrán los mercados emergentes con relación al Covid-19. Considero que dichos mercados serían los más golpeados económicamente a causa de la pandemia. De acuerdo al Fondo Monetario Internacional (FMI), los mercados emergentes incluyen el 60% de la economía mundial en lo referente al poder adquisitivo. Además, la deuda pública y privada en los mercados emergentes se ha multiplicado del 70 por ciento al 165 por ciento de la producción económica mundial, de acuerdo a cifras de Oxford Economics. Esta situación evidencia que este tipo de economías tienen deudas que provocan una alarmante limitación para que puedan brindar ayuda a los que más la necesitan.
Finalmente, considero que nos encontramos frente a una hecatombe inminente y global que perjudicará tanto a los países económicamente más sólidos y, en mucho mayor medida, a aquellos cuyas economías son las más vulnerables. Asimismo, habrá que esperar si los planes económicos de emergencia propuestos por cada nación en el mundo entero contribuyen de forma efectiva a paliar, de alguna manera, los efectos devastadores en los sectores de la salud, economía, política y social ocasionados por el Covid-19.