Manuel Saravia Oliver, Psicólogo – Psicoterapeuta- Coach (ICC)(*)
¿Tienen cabida las emociones en el mundo de la empresa? ¿Podemos controlar sentimientos como el miedo, la rabia, la alegría o la tristeza?, ¿cómo puede ayudarnos el control de las emociones en nuestro desarrollo profesional? La “inteligencia emocional” es la respuesta a estas interrogantes.
Actualmente, los negocios y las empresas,(integradas por personas que interactúan y que tienen sentimientos y emociones) en donde el logro de objetivos es la meta a conseguir se mueven en un mundo cada vez más competitivo y requieren de personas dotadas de inteligencia emocional, es decir, profesionales capaces de gobernar sus emociones y de comprender las de los demás., y es justamente la Inteligencia Emocional una habilidad indispensable para lograr estas metas, porque “permite motivase a sí mismo, perseverar a pesar de las frustraciones, controlar los impulsos, regular los estados de ánimo, empatizar y confiar en los demás” (Daniel Goleman- psicólogo estadounidense , creador de la Teoría).
Cuando hablamos de «inteligencia emocional» nos referimos a la capacidad de manejar emociones que impulsan nuestros comportamientos y las relaciones con los demás. El miedo, la ira, la tristeza, el placer y el amor son algunas de ellas. Quien dirige una empresa no sólo se dedica a hacer cálculos, fortalecer relaciones y dar órdenes desde un nivel superior de mando.
También es imprescindible conozca el lado humano —relaciones, motivaciones, hábitos— que predomina en la organización. Es decir, que la solución de problemas relacionados con las emociones es fundamental. El éxito de los negocios no se trata solo de conocimientos técnicos, calificaciones, pruebas de inteligencia, sino más bien de tener impacto como líder.
Así, en el nuevo perfil del directivo debe resaltar los siguientes aspectos: autoconocimiento, empatía, habilidades sociales, flexibilidad y optimismo. Se trata de personas que conozcan y gestionen sus emociones diarias, con capacidad de autocontrol, que reconozcan y comprendan las emociones ajenas, es decir, que tengan capacidad de empatía.
El directivo también deberá ser un motivador, alguien con capacidad para transmitir su entusiasmo y para sobrellevar situaciones difíciles en la empresa. Este perfil de nuevo directivo conlleva otros dos rasgos muy importantes: la capacidad de diálogo y la confianza en la consecución de unos objetivos realistas.
La inteligencia emocional está relacionada con una mejor salud mental por lo que además del negocio, afecta la propia felicidad, dado que una alta Inteligencia Emocional nos lleva a un mejor autoconocimiento y este a su vez a más felicidad y satisfacción en el trabajo, con mejores resultados, más reconocimiento y finalmente nos hace sentir más importantes.
Para desarrollar esta habilidad hay que seguir determinados pasos. El primero es identificar cómo te sientes y que es lo que desencadena tus emociones. Luego se requiere interpretar eso que sientes (emociones), es decir como respondes a ellas en las diferentes situaciones que te plantea la vida. (¿Cómo le respondes a la gente cuando estás molesto? ¿Por qué te enojas, te pones triste, te sientes feliz, etcétera?), para finalmente manejar tus emociones, es decir estableces un estado de ánimo en tu grupo. ¿Puedes salir de un estado de ánimo triste? ¿Puedes animarte? ¿Puedes calmarte cuando estás muy emocionado? Es decir, se requiere tener control sobre las propias emociones para poder gestionarlas, además al identificar las propias se puede hacer lo mismo con las otras personas.
Las ventajas de aplicar la Inteligencia Emocional en la Empresa son comprobadas y van desde equilibrar los aspectos financieros y humanos, estimular los procesos de mejora en forma permanente, permitir una comunicación clara y abierta entre los distintos departamentos de la empresa, aumentar la confianza entre los departamentos y los directivos, fortalecer las relaciones internas y externas, establecer una filosofía de colaboración, apoyo y solidaridad, buscar la innovación donde cada tarea puede ser mejor la próxima vez y aceptar los riesgos con un aprendizaje común.
Una buena forma de estimular la inteligencia emocional será tratar de lograr un encaje entre los objetivos financieros de la empresa y los objetivos humanos. Tampoco hay que olvidar que se debe fomentar la comunicación en la empresa, así como la confianza entre los distintos integrantes de la organización.
También deberá tenerse en cuenta para la entrada de nuevos trabajadores en la empresa, la capacidad de escucha, la empatía, saber trabajar en equipo, la honestidad y la capacidad de persuasión. Todo ello sin dejar de lado cualidades como la creatividad, el sentido del humor o el nivel de sociabilidad. En conclusión, se buscarán personas emocionalmente inteligentes, para que finalmente, sus cualidades redunden en beneficio de la empresa.
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