El siglo XXI ha significado para la sociedad mundial una era de cambio en el ámbito económico, ambiental y social, lo cual ha generado distintos retos que obliga a los países a unir esfuerzos para satisfacer las necesidades globales dentro de un desarrollo sostenible. Libertad, independencia económica, respeto profesional, admiración y seguridad, son algunas de las cualidades que caracterizan a las mujeres de este siglo.
Alcanzar la igualdad de género no es sólo un deber del sector público, sino también del sector privado y de la sociedad en general. El debate sobre el rol de la mujer poco a poco ha transcendido barreras en el mundo de los negocios, en donde hoy en día, el desempeño, la habilidad y la inteligencia no son evaluados por el género de la persona sino por el rendimiento, los resultados y el liderazgo del individuo para alcanzar los objetivos de la compañía.
Uno de los aspectos que sin duda alguna juega un rol fundamental en la capacidad de generar impactos importantes a nivel económico, social y ambiental de un país, es la inclusión de la mujer y la reducción de las brechas entre géneros. Organizaciones como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han publicado estudios que justamente señalan que aprovechar de forma adecuada el capital humano de las mujeres tiene un impacto directo en el crecimiento económico de los países, en la reducción de la pobreza y el hambre, en el manejo positivo de la fertilidad, en la capacidad de innovación en los negocios, en la efectividad de las políticas de salud, en las iniciativas gubernamentales y en la disminución del daño ambiental.
No obstante, para lograr que estos impactos positivos se desencadenen es necesario tomar medidas que de forma consciente reconozcan la necesidad de promover la participación social y económica de las mujeres. Las tendencias demuestran que esta participación no crece por sí sola, y si no se promueven iniciativas para involucrar a las mujeres en el sector productivo, educativo, profesional, en la generación de ingresos y en la toma de decisiones políticas y sociales, las brechas existentes difícilmente se van a cerrar.
Por ejemplo PepsiCo, en alianza con Fundes, lanzó el programa “Mujeres con Propósito” que busca empoderar a 10.000 mujeres de toda América Latina a través de oportunidades de educación, espíritu empresarial y empleo. El programa representa una inversión esperada de USD $1.5 millones por parte de la organización y busca integrar a las mujeres en las cadenas de valor, como empleadas o como emprendedoras.
La diversidad es una fortaleza para el desempeño de las compañías y debe entenderse como una ventaja competitiva. El rendimiento financiero sustentable está directamente relacionado con una fuerza de trabajo incluyente. Hombres y mujeres con diferentes potenciales, visiones del mundo y fortalezas, son el sustento de un crecimiento financiero y operativo estable.
Continuar desarrollando una fuerza de trabajo diversa, incluyente y comprometida son iniciativas que incluyen un enfoque continuo para lograr la igualdad de género en los puestos gerenciales y equidad salarial para las mujeres.
Aunque la percepción de la madre ejecutiva ha cambiado, en la actualidad continúan existiendo retos por superar para continuar con el empoderamiento de la mujer empresarial y romper con las barreras de la desigualdad del siglo XXI. Contar con líderes femeninas dentro de la organización, significa contar con formas distintas de pensamientos, de maneras de gestionar y de liderar equipos, que enriquecen el trabajo del día a día y fomentan la inclusión y la igualdad de género.
Desde mi rol como mujer, madre y profesional, me siento orgullosa de pertenecer a una organización como PepsiCo, que siempre ha apostado a la inclusión de la mujer, y asegura que día a día ganamos con la diversidad e inclusión como parte de nuestra ventaja competitiva.