Por: Robinson Makiya, digital product specialist.
La última proyección del Banco Central de Reserva del Perú que reduce a menos 1% el crecimiento económico, no es solo un indicador del panorama gris que se podría avecinar para el país, sino una oportunidad para hacer una mirada retrospectiva y reconocer nuestras fortalezas y debilidades para empezar a aceptarnos como una verdadera sociedad del emprendimiento o sociedad de Pymes
En un país con más de 3 millones de pequeñas y medianas empresas -pymes-, las mismas que representan alrededor de 99% del total de firmas del país, el plan de acción debe estar enfocada en ellas; y la oferta de valor incremental y disruptiva que pueden llevar no solo al mercado local, sino principalmente internacional.
Está claro que las firmas corporativas más importantes vienen desplegando una batería de acciones en búsqueda de la tan ansiada transformación digital: ser data driven; operar con IA generativa, ser customer centrics, u operar bajo modelos ágiles, son conceptos que se han convertido en pan de cada día, pero ajenos o desconocidos para la fábrica de telas, el restaurante, la fábrica de zapatos o el estudio de abogados con el letrero en la puerta hacia la calle. Es allí donde debemos promover la innovación si queremos reducir el impacto negativo en la economía.
Tener un plan de despliegue para transformar digitalmente a las PYMES puede asegurar que sus más de 13 millones de colaboradores y sus familias no se vean terriblemente afectados. La agilidad debe estar puesta allí y para ello se requiere una participación del Estado y sus organismos, en donde se ponga en marcha un plan articulado que permita desarrollar las capacidades digitales para los que integran las Pymes; los impulse a reconocer y trabajar como parte de un ecosistema articulado; y los fomente a explorar nuevos mercados y/o nuevos productos.
El espíritu emprendedor ha estado siempre en el ADN peruano y eso se corrobora con las más de 700 empresas que se crean diariamente, pero también es una realidad que otras 400 dejan de operar al día, principalmente porque no encuentran el famoso product market fit en un mercado en donde la creación de valor diferencial parece ajena a toda idea de negocio. Un indicador clave para entender la gravedad, son las patentes que se registran anualmente ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), en donde Perú apenas registra menos de 30 patentes por año, a diferencia de México o Israel con 250 y 1600 patentes respectivamente.
El estado, la empresa privada y la academia tienen un enorme desafío por delante, pero primero debemos reconocernos abiertamente como una sociedad del emprendimiento para luego buscar una autentica sociedad de la innovación.
