Marco Gomero / gomeromarco82@gmail.com
En el vertiginoso mundo de las redes sociales, el concepto de éxito financiero brilla con una luz particular, pero ¿es todo lo que parece? En esta era digital, el impacto que generan ha trascendido la interacción social para influir significativamente en cómo percibimos el éxito financiero y gestionamos nuestras finanzas personales. Desde Instagram hasta TikTok y YouTube, estas plataformas no solo conectan personas, sino que también moldean una nueva narrativa en torno a la riqueza y el estatus económico.
Históricamente, el éxito financiero se ha reflejado en la estabilidad laboral, un ingreso sólido y la acumulación de activos. Sin embargo, el escenario actual, alimentado por las redes sociales, ha incorporado un componente visual y extravagante a esta definición. La fácil exposición constante a estilos de vida lujosos y experiencias exóticas ha generado una nueva percepción de éxito, a menudo desconectada y alejada de la realidad financiera de muchos jóvenes y adolescentes.
La presión social que ejercen las plataformas no solo se traduce en una constante comparación con estándares inalcanzables, sino que también influye en decisiones financieras impulsadas por la necesidad de validación en línea. Los jóvenes se encuentran constantemente bombardeados con videos, imágenes y relatos de vidas aparentemente perfectas, lo que crea una sensación de insuficiencia y la necesidad de equipararse a un estándar irreal. El consumismo, motivado por la búsqueda de reconocimiento social y el “éxito”, solo tienen fin en el endeudamiento y el descuido e irresponsabilidad financiera a largo plazo.
Además de afectar las decisiones financieras, la influencia de las redes sociales puede moldear de forma negativa las metas profesionales de los jóvenes. La búsqueda de aprobación en línea puede tener un impacto desviando la atención de carreras y emprendimientos que se alineen con las verdaderas pasiones y habilidades de cada individuo, creando así una brecha entre el éxito percibido y el crecimiento o realización personal y profesional. En este contexto, la educación financiera emerge como un recurso fundamental, volviéndose imperativo que los jóvenes adquieran una comprensión crítica de cómo las redes sociales pueden distorsionar su realidad socioeconómica, financiera y profesional. Conocer conceptos básicos de finanzas personales como un presupuesto o el impacto del uso del crédito a altas tasas y plazos desde una edad temprana puede ser crucial para hacer frente a estas influencias y tomar decisiones responsables.
La dinámica marcada por la presión social, el consumismo, la compra de objetos y servicios superfluos y la búsqueda incesante de validación en línea, se convierte en un escenario desafiante para la juventud. No obstante, no podemos subestimar el potencial transformador de estas plataformas digitales si se usan de manera positiva promoviendo la educación financiera y la mentalidad crítica. Los jóvenes podemos asumir el control, utilizando las redes sociales como un vehículo para el aprendizaje, la conexión y el empoderamiento económico. «Esta generación tiene el poder de redefinir los estándares y moldear un futuro más consciente y próspero para el país y para sí misma.»