Martin Litwak: “Los infiernos tributarios combinan altos impuestos con baja seguridad jurídica”

En exclusiva para Revista Economía, el abogado Martin Litwak, una boutique de servicios legales especializados en planificación patrimonial internacional, está presentando la segunda edición de su libro «Paraísos fiscales e infiernos tributarios: Una mirada diferente sobre las jurisdicciones offshore y la competencia fiscal«. En esta obra, Litwak explora en detalle la realidad de los paraísos fiscales y los infiernos tributarios, desmitificando conceptos erróneos y analizando en profundidad la relación entre impuestos y seguridad jurídica en diferentes jurisdicciones.

En la entrevista, Litwak aborda aspectos clave de su libro, como la evolución de las jurisdicciones offshore, los criterios para clasificar un país como paraíso fiscal o infierno tributario, y las tendencias actuales en materia fiscal en América Latina. Además, ofrece su visión sobre el futuro de la situación fiscal en estos países y la importancia de la concienciación de los contribuyentes para exigir mejores políticas tributarias.

  1. ¿Cómo definiría usted el concepto de «infiernos fiscales» y por qué eligió explorar este tema en su libro?

Desde un punto de vista tributario, existen tres tipos de países o jurisdicciones: los paraísos fiscales, los infiernos tributarios y los que no son ni una cosa ni la otra. Si agregamos la variable “seguridad jurídica” entonces las categorías serían cuatro: los paraísos fiscales (es decir, aquellos países que ofrecen bajos impuestos y alta seguridad jurídica), los países de alta tributación (altos impuestos y al mismo tiempo alta seguridad jurídica), los estados fallidos (bajos impuestos, pero también baja seguridad jurídica) y los infierno tributarios (que son los peores de todos, porque combinan altos impuestos y baja seguridad jurídica).

Más allá de lo que pudieron haber leído, los paraísos fiscales no son antros en los cuales corruptos y terroristas esconden sus botines. Por un lado, son jurisdicciones que ya no permiten la emisión de acciones al portador, que muchas veces tienen registros públicos de directores de compañías y que desde hace casi una década intercambian información de cuentas bancarias y de inversión con las demás de manera automática. Por el otro, son países que, al no tener impuestos, no pueden ser utilizados por criminales para blanquear dinero. Por más que sea una obviedad, siempre es bueno explicar que quien quiere lavar dinero necesita pagar impuestos para hacerlo.

Los popularmente llamados paraísos fiscales son Estados o territorios que ofrecen un alto grado de seguridad jurídica, defienden y promueven la competencia fiscal (es decir, el derecho soberano de cada Estado de fijar los impuestos sin intromisiones de terceros) y protegen el derecho a la propiedad y a la privacidad de las personas de una manera más enérgica que otro tipo de jurisdicciones. Todo esto, es obviamente positivo. En contrapartida, los infiernos fiscales son países o territorios que comparten, entre otras, las siguientes características:

  • ofrecen baja o nula seguridad jurídica,
  • tienen altos impuestos y participan en procesos de cartelización fiscal con otros pases de alta tributación,
  • sus pagadores de impuestos son víctimas de un acoso permanente por parte del organismo recaudador de impuestos,
  • y poseen gran cantidad de impuestos en diferentes niveles, lo cual impide que el pagador de impuestos conozca el verdadero esfuerzo fiscal que hace.

En conclusión, si bien la presión fiscal (o, mejor dicho, el esfuerzo fiscal) es un factor importante y el primero que llama la atención, el concepto de infierno fiscal no se limita a los países con altos impuestos. Se trata, además, de países en los cuales el Estado de Derecho es débil y los derechos a la privacidad y a la propiedad no se protegen como es debido.

  1. ¿Hubo sorpresas o patrones específicos que observó al realizar esta clasificación?

En 2023, The 1841 Foundation, fundación que establecí y actualmente presido, presentó la segunda edición del Ranking de Infiernos Fiscales. En este listado, clasificamos a 82 países de América y Europa entre “infiernos fiscales”, “países en riesgo de convertirse en infiernos fiscales” y “países en situación de normalidad”. La información que utilizamos para realizar este trabajo es obtenida de fuentes 100% públicas, específicamente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. Cada país es evaluado en dos áreas principales: cuantitativa (representa el 60% de la puntuación total) y cualitativa (representa el 40% de la puntuación total). En el área cuantitativa se tienen en cuenta la presión fiscal -impuestos totales en porcentaje del PBI del país- y la presión fiscal inflacionaria, la potencial presión fiscal. En el área cualitativa, los indicadores considerados son la voz y rendición de cuentas, el Estado de derecho, la calidad de la regulación, la estabilidad política, la eficacia del Estado y el control de la corrupción.

En esta última edición hubo dos nuevos integrantes en la lista de infiernos fiscales: Brasil y El Salvador. Ambos países estaban en zona de riesgo en la edición previa y, finalmente, ingresaron al ranking. Estos cambios desafortunadamente acentúan el dominio latinoamericano de este índice. Cabe destacar que Brasil ingresó a la lista principalmente por un deterioro de los indicadores cuantitativos, mientras que El Salvador ingresa por un marcado deterioro de sus indicadores cualitativos, lo que marca un detrimento de sus instituciones.

  1. ¿Qué patrones o tendencias identificó al evaluar la situación fiscal en América del Sur?

Desafortunadamente, y tal cual se ve con claridad meridiana al revisar por arriba nomas nuestros rankings, América Latina es el área con mayor concentración de infiernos tributarios y

la tendencia no es buena. En los últimos años Colombia fue el país de la región que adoptó una reforma fiscal más comprensiva, y obviamente no fue en el sentido correcto (que sería reducir lo más posible el esfuerzo fiscal de los pagadores de impuestos, de manera de maximizar sus ingresos netos sin comprometer el funcionamiento del Estado), sino en sentido contrario. También Bolivia y Argentina aumentaron impuestos y lo propio hizo Brasil sobre el final de 2023.

Peor aún, países con gobiernos liberales, de los cuales uno habría esperado bajas relevantes de impuestos, no lo hicieron. Me refiero, obviamente, a Ecuador y a Uruguay. Los ojos están hoy puestos en Milei, quien en campaña electoral manifestó varias veces que se cortaría un brazo antes de aumentar impuestos y que, desde el gobierno, sigue prometiendo una reforma tributaria integral que baje la presión fiscal. Desafortunadamente, y quizás sea por aquello de que lo perfecto es enemigo de lo bueno, por el momento priorizo la baja del gasto y de hecho ya tres días después de haber asumido se registró el primer aumento de impuestos (que correspondió al llamado impuesto PAIS). Unos días más tarde, se aumentó también el impuesto a la compra de autos “de lujo”. Las comillas resaltan el hecho de que este impuesto ya aplica a automóviles de US$20,000.

Si sumamos a estas consideraciones la creciente demonización de la riqueza que impera en esta región del mundo y las inmensas grietas políticas que existen en la mayor parte de los países que la componen, el futuro no promete ser precisamente diáfano.

  1. Perú fue clasificado como un país en situación de normalidad en su estudio se ubicó en el lugar número 39 del listado, con un puntaje total de 6.80 puntos ¿Cuáles fueron los criterios específicos que evaluaron para determinar el puntaje de Perú?

Los criterios específicos para determinar el puntaje de Perú fueron los que se explicaron anteriormente: el puntaje final está compuesto en un 60% por la calificación obtenida en el área cuantitativa y un 40% por el puntaje obtenido en el área cualitativa. En esta oportunidad, Perú se ubicó en el lugar número 39 del listado, con un puntaje total de 6.80 puntos. Esto clasifica a Perú como un país en situación de normalidad, lo que indica un buen resultado.

Previamente, Perú se había ubicado en el puesto 33 pero con el mismo puntaje. Esto quiere decir que el país se mantiene estable. Y, de hecho, por los datos que estamos manejando, esto debería mantenerse también en la próxima edición del ranking sobre la cual estamos trabajando.

  1. ¿Ha recibido reacciones o críticas significativas a su clasificación? ¿Cómo ha respondido a ellas?

La verdad es que las reacciones han sido muy positivas. Hubo mucho interés de la prensa, de  los pagadores de impuestos y también del sector político. En cuanto a las críticas, han sido todas ideológicas. Ninguna crítica se basó en nuestra metodología o refutar científicamente alguno de los datos que compartimos. Confiamos en que en los próximos años este ranking se va a transformar en una suerte de clásico, trayendo nuevos miembros a nuestra fundación y generando más consultas por parte de gobiernos con intención de mejorar sus sistemas tributarios.

  1. ¿Qué perspectivas tiene sobre la evolución de la situación fiscal en estos países en el futuro cercano?

Como mencionamos antes, prima facie la tendencia no es positiva en absoluto. Y justamente por esto creamos la fundación. Las macrotendencias principales son todas negativas desde hace décadas: mayor voracidad y cartelización fiscal, menor privacidad, debilitamiento del derecho a la propiedad privada y demonización de la riqueza.

Dado que los cambios culturales, como los que necesita la región y el mundo, se dan de abajo para arriba, nuestro objetivo es que la información que compartimos año a año despierte a los pagadores de impuestos para que estos exijan a sus gobernantes tomar mejores decisiones en esta materia.

Creemos fervientemente en lo que hacemos y confiamos en que saldremos de esta batalla cultural vencedores, pero seguramente falte aún mucho para ello.