- La sostenibilidad del superávit fiscal es complicada, si es que no se revierte la tendencia bajista de la recaudación de impuestos en un entorno recesivo.
Argentina registró un superávit fiscal trimestral del 0,2% del producto interior bruto al comienzo del año, así como un tercer superávit mensual consecutivo en marzo, anunció su presidente Javier Milei. El economista prometió seguir con la austeridad porque «la inflación es un robo y el déficit fiscal es la causa de la inflación». Así, los bonos argentinos se han revalorizado con intensidad, mientras que los inversores esperaban el anuncio de Milei, liderando las ganancias en los mercados emergentes.
El resultado obtenido en el primer trimestre del año es notable: el superávit fiscal acumulado fue de 3,8 billones de pesos (3.959 millones de euros), equivalente al 0,6% del PBI. Y el resultado financiero, después del pago de intereses de la deuda, acumulado fue positivo en 1,13 billones de pesos, equivalente al 0,2 % del PBI, algo que no se lograba desde 2008.
“Sin que hubiera un crecimiento de los ingresos en términos reales, el resultado se explica por lo que Milei denomina efecto ‘motosierra’, es decir el recorte neto de gastos y ‘licuadora’, gastos que crecen a tasas inferiores a la de la inflación, que fue de 287,9% interanual en marzo, dando como resultado una caída en términos reales”, afirma Washington López, CEO de Washington Capital.
La forma en que la Milei está alcanzando este superávit primario es una de las luces amarillas que tiene encendidas el Fondo Monetario Internacional sobre el programa. Otra de las herramientas que utilizó Javier Milei para alcanzar el superávit fiscal fue el ‘torniquete’ a las provincias al eliminar casi por completo las transferencias discrecionales. También suprimió la obra pública y los gastos en programas sociales cayeron casi un 60% con respecto a enero de 2023.
“Esto se debió principalmente a una baja en los recursos destinados al programa Potenciar Trabajo (-97%) y las becas Progresar, cuyas partidas se ejecutaron en el mes de febrero. También hubo una reducción del 32,5% en términos reales en jubilaciones y del 53,3% en el reparto a las provincias a raíz de un descenso del 11% en las transferencias automáticas y un 98% de las no automáticas. Los gastos en personal, por su parte, cayeron un 18%”, agregó el economista López.
¿Se puede mantener los próximos meses?
La sostenibilidad del superávit fiscal es complicada, si es que no se revierte la tendencia bajista de la recaudación de impuestos en un entorno recesivo. “Los $625.034 millones que dejó la cuenta fiscal de marzo representan un 50% menos que el resultado de febrero y un 69% menos que el de enero. Y es inevitable preguntarse si en los próximos meses se podrá repetir el superávit. Otro punto es que no podrá seguir posponiendo el pago de deuda que mantiene con el sistema de generación y transporte eléctrico que ya asciende a $2,000 millones”, agrega Washington López.
A largo plazo, la viabilidad del superávit fiscal dependerá de reformas económicas significativas y una recuperación en la actividad económica. El éxito de estas reformas será crucial para mantener el equilibrio fiscal sin depender exclusivamente de medidas de austeridad que podrían ser políticamente insostenibles y socialmente perjudiciales.