Por María Méndez, presidenta y fundadora de Vacation is a Human Right.
El burnout —o síndrome del trabajador agotado— es una condición que afecta a muchos profesionales, pero las mujeres tienden a enfrentarlo de manera más aguda, debido a una combinación de factores sociales, laborales y personales. El informe “Mujeres en el lugar de trabajo”, de la consultora Mckinsey & Company, asegura que el 42% de las mujeres, a nivel mundial, padece agotamiento. Una cifra bastante mayor a la de los hombres, que llega al 35%.
1-Expectativas sociales y roles de género: a menudo, las mujeres tienen que equilibrar múltiples roles, incluyendo el trabajo, el cuidado de la familia y las responsabilidades del hogar; esta carga adicional puede llevar a niveles elevados de estrés y eventualmente al burnout.
2-Disparidades en el lugar de trabajo: la falta de equidad salarial, menores oportunidades de promoción y la prevalencia de discriminación y acoso laboral también contribuyen al desgaste emocional y físico de las mujeres en el entorno laboral.
3-Labor emocional: las mujeres suelen asumir más trabajo emocional en sus relaciones profesionales y personales, lo que incluye la gestión de emociones y la empatía hacia otros; este trabajo no remunerado puede ser agotador y contribuir al burnout.
4-Impacto de la pandemia: la COVID-19 exacerbó estas desigualdades. Muchas mujeres se encontraron gestionando el trabajo desde casa, mientras cuidaban de los niños y asumían las tareas domésticas adicionales, incrementando así el riesgo de burnout.
¿Cuáles estrategias pueden implementar las mujeres para combatir el burnout? Por ejemplo, establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal. Esto incluye horarios de trabajo definidos y tiempo dedicado exclusivamente al descanso y la recreación; contar con una red de apoyo, ya sea amigos, familiares o grupos de apoyo, puede proporcionar un espacio seguro para compartir experiencias y recibir consejos; implementar prácticas de autocuidado como la meditación, el ejercicio regular y actividades recreativas para reducir el estrés y mejorar el bienestar general; y participar en programas de capacitación y talleres sobre gestión del estrés y el burnout para manejar situaciones desafiantes.
Es evidente que las organizaciones deben implementar políticas de apoyo como horarios de trabajo flexibles, licencias por maternidad y paternidad, y programas de bienestar que incluyan apoyo psicológico.