Perú, el nuevo campo de batalla entre Estados Unidos y China

Se posiciona como un punto estratégico en América Latina, atrayendo inversiones y atención de las dos mayores potencias mundiales.

En el panorama geopolítico global, América Latina ha cobrado relevancia como un espacio de disputa entre las principales potencias mundiales. Dentro de este contexto, Perú emerge como un país clave, gracias a su estabilidad económica, riqueza en recursos naturales y ubicación estratégica en el Pacífico.

Competencia estratégica

Desde 2014, China ha desplazado a Estados Unidos como el principal socio comercial de Perú. Según cifras de 2017, el gigante asiático representó el destino del 26% de las exportaciones peruanas y el origen del 23% de sus importaciones. La estrategia de China incluye millonarias inversiones en infraestructura, como el megapuerto de Chancay, diseñado para transformar a Perú en un hub logístico en el Pacífico Sur.

Por otro lado, Estados Unidos mantiene una fuerte presencia a través de su Tratado de Libre Comercio (TLC), firmado en 2009. Este acuerdo ha fortalecido el intercambio comercial y ha asegurado su influencia en sectores estratégicos como la minería, la energía y las telecomunicaciones.

Recursos y estabilidad: los activos de Perú

La riqueza mineral del Perú, con importantes reservas de cobre, oro y zinc, es un atractivo clave para ambas potencias. Además, su producción agrícola, que incluye café, cacao y frutas, genera gran demanda en los mercados internacionales.

A nivel macroeconómico, el país ha mantenido una moneda estable y políticas responsables que generan confianza en los inversores internacionales. Según destacó recientemente la presidenta Dina Boluarte en el Foro Económico Mundial, su aspiración es que Perú se convierta en una potencia mundial, al nivel de China o Estados Unidos.

El futuro del tablero

Con proyectos como Chancay impulsando la relación con China y acuerdos comerciales consolidados con Estados Unidos, Perú se encuentra en el centro de una pugna geopolítica que puede redefinir su papel en el escenario global. Para el país, el desafío será equilibrar las oportunidades de inversión y desarrollo sin comprometer su autonomía económica y política.