Por: Omar Chavez Reyes (*)
No hay mayor discusión sobre cuál es uno de los principales pilares sobre el que se basa el éxito de una empresa: el capital. Muchos emprendimientos inician su existencia con una pequeña inversión personal. Tal vez un dinero ahorrado durante mucho tiempo, un excedente reservado, o la liquidación recibida luego de dejar un empleo remunerado. A veces, la inversión de un socio o un amigo que confía en el proyecto y apuesta por el negocio, a cambio de una participación o un pago de intereses.
Todas estas alternativas suelen ser una buena fuente de ignición para llevar a cabo un negocio, materializar una idea y formar una pequeña empresa. Sin embargo, tiende a ser insuficiente. El verdadero combustible para que un negocio sea sostenible a lo largo del tiempo es el constante flujo de capitales, los cuales acompañarán todo el sendero de crecimiento que lleve la empresa en su periodo de vida.
Existen muchos estudios académicos sobre la supervivencia de las empresas, y está claro que la mayoría de ellos coinciden en que el acceso al crédito es uno de sus principales determinantes. La premisa parece ser clara: la empresa que no consigue una fuente de financiamiento sostenible, está condenada al fracaso.
En el mercado existen muchos tipos de crédito, cada uno con una finalidad específica de acuerdo al tipo de negocio, al tamaño de la empresa o al sector económico en el que se encuentren. Sin embargo, no es tan fácil para una pequeña empresa acceder a estos créditos. Las entidades financieras usualmente tienen una lista interminable de requisitos, los cuales se hacen muy difíciles de cumplir y finalmente terminan por tirar por la borda las esperanzas de conseguir un financiamiento. Esto no es extraño. Las entidades financieras también buscan resguardar sus intereses, ya que finalmente, es un negocio que debe ser rentable para seguir operando.
La pregunta que se debe hacer el empresario es: ¿Cómo me presento ante una entidad financiera para calificar como potencial cliente?
Así como una persona es sujeto de crédito debido a sus movimientos bancarios (saldos en cuenta corriente, pago de haberes en determinado banco, historial crediticio, etc.), es importante que la empresa también tenga un comportamiento visible para la entidad financiera.
En primer lugar, y el factor más importante, es demostrar un buen control de las finanzas internas de la empresa. Aunque el régimen tributario no obligue a presentar Estados Financieros, es necesario tenerlos, y que sean realizados por una persona calificada para ello. Esto da al analista de créditos una mejor apreciación de cómo funciona el negocio y cómo se está manejando. Una empresa ordenada financieramente tiene una mejor carta de presentación. Además de ello, es una herramienta de gestión elemental para monitorear la salud de nuestro negocio.
El segundo factor a tener en cuenta es la experiencia que podemos demostrar ante una evaluación crediticia. En una inspección más cualitativa, si demostramos que tenemos conocimiento pleno del negocio (independientemente del tiempo de formación que tiene la empresa), o que contamos con socios gestores que lo tengan, es más probable que la entidad financiera acceda a invertir en nuestra empresa.
Finalmente, es importante demostrar que tenemos una proyección de crecimiento como empresa. Antes de presentarse ante la entidad financiera, el empresario debe haber realizado la tarea de la prospección comercial, que consiste en presentar el Plan de Negocios (cuánto se espera producir y cuánto se espera vender). Esto brinda la certeza de que hay un proyecto serio y que existe una hoja de ruta ya delimitada.
Muchas pequeñas empresas carecen de estos tres pilares en su planificación interna. Existe un mayor enfoque en la producción y en la búsqueda de clientes, pero se dejan de lado estos aspectos, que son muy importantes a la hora de solicitar un crédito.
Los pequeños empresarios deben empezar a tomar en cuenta estos factores como parte esencial de su estructura. Una “Carta de Presentación” de esta naturaleza puede abrir muchas puertas, no solo en el mercado financiero, sino también a potenciales clientes importantes, que buscan proveedores con determinado nivel de sofisticación.