Por Álex Abaid, gerente de CX y Compliance ITQ latam
La tecnología ha acompañado al ser humano desde el principio de los tiempos, cuando éste empieza a darse cuenta que necesita resolver temas para sobrevivir y mantenerse con vida. Sobre esta plataforma llamada tierra, empieza a mirar su entorno y en la medida que va copiando lo que ve, empieza ha generar elementos nuevos que le permiten ir mejorando las formas de satisfacer sus necesidades. Por lo tanto, desde el principio de los tiempos fue aumentando y mejorando su productividad personal y luego colectiva.
Por lo anterior, podemos concluir que desde siempre los indicadores de productividad se han visto impactados con el uso de la tecnología, por lo que es fácil determinar que en los actuales indicadores de productividad el factor tecnológico es el más relevante a la hora de su análisis, considerando que contamos con la tecnología más avanzada que podríamos tener hoy. Pero, además, sabemos que seguirá su mejora continua, entregando mayores avances. Sólo la incorporación de la Inteligencia Artificial en el ultimo año ha aumentado la producción en el mundo en un 37%.
Ahora la pregunta es ¿la tecnología por sí sola puede mejorar la productividad? La respuesta NO. Cuando alguien de forma individual o grupal ha seleccionado una herramienta o sistema para ser incorporado como un avance tecnológico en la cadena productiva, es esencial preparar al personal para su uso. La tecnología sólo es efectiva si aquellos que la utilizan están bien capacitados. Esto implica inversiones en sesiones de entrenamiento, creación de manuales y tutoriales, y asegurarse de que todos comprendan y se sientan cómodos con las nuevas herramientas.
Es muy claro que la tecnología logra aumentar la productividad de una empresa porque automatiza los procesos y los flujos de trabajo. El uso de aplicaciones informáticas avanzadas de gestión optimiza los procesos complejos de una empresa, lo que facilita la ejecución de tareas en menor tiempo. Sin embargo, uno de sus usos principales debe ser utilizarla para que los trabajadores adquieren los conocimientos, habilidades y actitudes para interactuar en el entorno laboral y cumplir con el trabajo que se les encomienda, así como mejorar la calidad del trabajo y de los colaboradores, al enseñarles nuevas habilidades, técnicas y mejores prácticas. Esto, sin duda, tiene un impacto positivo en la satisfacción del cliente y en la imagen de la empresa.