Por Samuel Montupil, Country Manager de Defontana
Ya no es novedad. La pandemia aceleró la digitalización de las pymes. Para algunas, el impacto del Covid fue positivo, en el sentido de que instaló la prioridad de digitalizar los procesos y demostró que sí es posible, por ejemplo, teletrabajar de manera eficiente y productiva si se tiene un ecosistema digital 100% web que permita una gestión amigable, cibersegura y escalable; también evidenció que hay tecnología de calidad disponible y accesible, que se puede partir con soluciones freeminum e ir escalando de acuerdo a las necesidades del negocio. Sin embargo, para otras, el impacto fue fatal; muchas más, no lograron la transformación digital y, peor aún, desaceleraron ese proceso.
No obstante, hay otras que no solo han tenido éxito en su transformación digital, sino también han sabido mantenerlo y mejorarlo de manera permanente. Esas pymes tienen algo en común y es el liderazgo de sus directivos que tienen la visión y la convicción de la importancia de la tecnología para avanzar y crecer.
Pese a eso, en Chile, según el Ministerio de Economía (2022), solo el 29% de las Pymes se encuentra madura digitalmente. Esto significa que hay un 70% que tiene que avanzar en su transformación digital. Precisamente porque digitalizar procesos es solo una parte de la transformación, no es todo. La transformación digital implica liderazgo, planificación estratégica, recursos, conocimiento, preparación y. muchas veces, un cambio cultural dentro de la empresa.
La piedra de tope para la pyme suele ser el tema de los recursos, pero eso es un mito. Por eso es muy importante el acompañamiento experto, el cual no necesariamente es pagado. Existen múltiples programas, tanto públicos como privados para informarse, asesorarse, capacitarse y acceder al ecosistema digital que los puede llevar a un siguiente nivel de transformación.
Así, la clave aquí está en el liderazgo y la disciplina, en saber priorizar para hacer los cambios más importantes, de acuerdo al foco del negocio. Es preciso saber determinar qué tan sensible es la industria o mercado, donde se encuentra la pyme, a la transformación digital; ver la competencia, estudiar tendencias e implementar soluciones. Y, sobre todo, entender que la transformación digital debe ser un espiral en ascenso, un ser vivo, que tiene que alimentarse y avanzar de manera permanente, adaptándose, creando valor e innovación para el negocio y su entorno.