Por Felipe Mendoza, Analista de Mercados financieros, ATFX LATAM
Una recesión en Estados Unidos tendría implicaciones significativas para los mercados financieros globales, ya que se trata de la economía más grande del mundo y uno de los principales motores del comercio internacional. En el corto plazo, los temores se han intensificado por una combinación de factores: la muy probable entrada en vigor de nuevos aranceles el próximo 2 de abril, impulsados por el expresidente Donald Trump; datos de empleo que reflejaron debilitamiento en el mercado laboral al no alcanzar las expectativas; y una creciente preocupación por una posible burbuja en los mercados financieros, con índices bursátiles sobrevalorados y acciones técnicamente sobreextendidas. A esto se suma el creciente peso de la deuda pública de Estados Unidos, que ha alcanzado ya los 36 billones de dólares, generando dudas sobre la sostenibilidad fiscal del país. Este cúmulo de tensiones podría acelerar una corrección en los mercados financieros, reducir la confianza de los inversionistas y presionar aún más la política monetaria de la Reserva Federal en un contexto de bajo crecimiento y alta incertidumbre.
Esto se suma la expectativa del dato del PIB trimestral del cuarto trimestre, que se publicará próximamente, con una estimación de 2,3% frente al 3,1% del periodo previo, lo cual refuerza los temores de desaceleración. Estos elementos podrían frenar el consumo interno, afectar las cadenas de suministro globales y aumentar la aversión al riesgo en los mercados bursátiles.
México, como uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos, estaría directamente expuesto a este escenario. Una recesión estadounidense impactaría las exportaciones mexicanas, especialmente en sectores como el automotriz, manufacturero y agrícola. Además, la posibilidad de que se apliquen aranceles adicionales a productos como automóviles, aluminio o incluso petróleo, podría debilitar la balanza comercial mexicana. El peso mexicano, que históricamente reacciona con sensibilidad a la percepción de riesgo y a la política comercial estadounidense, podría enfrentar una mayor volatilidad, afectando también al mercado accionario local y presionando la política monetaria del Banco de México.
A nivel global, los mercados más afectados probablemente serían los emergentes altamente dependientes de exportaciones a Estados Unidos, así como sectores bursátiles vinculados al consumo, tecnología y transporte. Las bolsas de América Latina, el índice Nasdaq en EE.UU. y los commodities industriales como el cobre y el petróleo podrían sufrir caídas si se confirma una recesión. En contraste, activos defensivos como el oro, los bonos del Tesoro y ciertas acciones de consumo básico podrían atraer flujos de capital como refugio ante la incertidumbre.