El acceso a instalaciones sanitarias es un derecho humano básico y desempeña un rol fundamental para romper el ciclo de la pobreza
Por Kenneth Hylton, director de marketing de la categoría Cuidado Familiar
de Kimberly-Clark América Latina
Cada año, el 19 de noviembre se conmemora el Día Mundial del Baño. Tal vez parezca un poco raro para la mayoría de la gente tener una fecha para celebrar algo que puede ser tan común como un baño, pero la verdad es que ese es un día muy valioso para llamar la atención sobre la importancia del saneamiento en el desarrollo humano y el hecho de que en el siglo 21 todavía más de 4 mil millones de personas no tienen acceso a baños dignos o agua potable, en nivel global, según la Organización Mundial de Salud.
La falta de saneamiento básico puede afectar distintos aspectos de la vida de una comunidad: contamina el medio ambiente, damnificando los recursos hídricos, y aumenta el riesgo de enfermedades prevenibles como diarreas, que son algunas de las principales causas de la mortalidad de niños menores de cinco años. Hay aún otro aspecto preocupante, que es el aumento de la desigualdad social, con el retraso y abandono escolar siendo una de las consecuencias más tristes de la falta de servicios básicos.
La problemática del saneamiento básico también interfiere en la igualdad de género. Para las estudiantes, la precariedad del saneamiento se vuelve aún más dañina, como consecuencia de no poder asearse durante el período menstrual, necesitando ausentarse más durante los períodos de clase. A la vez, ha limitado también el progreso de las mujeres y niñas en comunidades vulnerables quienes deben invertir más de 200 millones de horas para lograr la recolección de agua potable, según la Organización de las Naciones Unidas.
Un escenario como ese significa que, más que un problema sanitario, la falta de saneamiento básico es una cuestión de dignidad de la persona humana. Pensando que solo en América Latina más de 80 millones de personas viven en condiciones así, es imposible no imaginar cuantos futuros brillantes están siendo perjudicados por la falta de salud pública adecuada.
Por eso, ese 19 de noviembre, les invito a reflexionar acerca de cómo un baño puede cambiar una vida. Desde 2015, Kimberly-Clark ha sido testigo de cuánto una buena estructura sanitaria y de higiene es fundamental el desarrollo de las personas y la colectividad. Por medio de nuestra asociación con las ONG Water for People y Plan International, hemos logrado impactar a cerca de 5 millones de personas en 9 países latinoamericanos, con nuestras marcas Suave y Scott, trabajando para construir sistemas comunitarios de agua y saneamiento sostenibles, así como promover la educación en higiene en las comunidades.
Algunos de los resultados de ese trabajo se pueden ver en el documental que se estrenó hoy en Discovery, donde se contó la historia de personas que tuvieran su dignidad rescatada y que han experimentado un cambio significativo en sus vidas después de tener acceso a baños apropiados.
En Kimberly-Clark, creemos que el cuidado es esencial para un futuro mejor y el programa Baños Cambian Vidas es una de las maneras con que buscamos un mundo más sustentable e igualitario, con oportunidades para todos. Sabemos que eso solo es posible con la unión de esfuerzos y que la actuación conjunta de empresas, sociedad y poder público puede marcar una diferencia real en la vida de millones de personas.
Tenemos conciencia de que todavía hay mucho por hacer, pero continuaremos trabajando por nuestro propósito de Un Mejor Cuidado para un Mundo Mejor. Cada día es una nueva oportunidad de dar un paso más hacia la dignidad. ¡Adelante!