Por Willard Manrique, profesor de Dirección Comercial del PAD – Escuela de Dirección de la Universidad de Piura
En los últimos dos años, la industria automotriz ha venido experimentando diversos retos, desde el logístico, para hacer llegar los vehículos a diversas partes del mundo en un entorno caracterizado por la crisis de contenedores; hasta el productivo, con una marcada escasez de materias primas para la producción de autopartes, generada -primero- por la crisis energética en Asia y por el conflicto bélico en Europa. En este marco, es clave analizar cómo se ha comportado la oferta y demanda vehicular en nuestro país.
Al primer trimestre de este año, la Asociación de Autos del Perú (AAP) registró la venta e inmatriculación de más de 40 mil vehículos livianos en todo el territorio nacional. Esto significa un incremento del 14.8% respecto al mismo periodo del año anterior. Nos encontramos frente a un escenario de incremento de la demanda, pese al contexto político, económico y social que enfrenta nuestro país. Es importante destacar que este incremento en la venta e inmatriculación de vehículos se da en un escenario de mayores precios.
A nivel mundial, Ucrania es el primer proveedor (70%) de gas neón; mientras que Rusia es el primer proveedor global de paladio (40%) y el tercero de níquel (5%). La escasez generada por el conflicto bélico pone en riesgo la producción global de baterías, microchips, entre otros. A la fecha, esta producción y exportación se ha paralizado. De cara a esto, S&P Global Mobility ha ajustado su proyección de 85 a 81.6 millones de vehículos producidos a nivel mundial para el 2022.
La escasez de vehículos favorece a los concesionarios solo si pueden incrementar los precios de cara al consumidor final. Esto no ocurren en todos los países. También dinamiza el mercado de vehículos de segunda mano. Por el contrario, los fabricantes sí resultan perjudicados ya que venden menores volúmenes y sus costos fijos no se reducen significativamente. Para el consumidor, comprar un vehículo en la actualidad es más costoso, las tasas de financiamiento son más altas y es más difícil acceder al crédito.
Nos enfrentamos a un escenario complejo, donde la oferta está en declive frente a un mercado con precios y demanda en aumento. Será clave para las empresas concesionarias observar de cerca cómo evoluciona la capacidad de compra de sus clientes, el manejo de inventarios, la búsqueda de alternativas de financiamiento y la reducción de gastos. Controlar los gastos resultará clave para estar preparado una vez concluido este ciclo alcista.