Por: Cristian Bustos, CEO y socio fundador de Beeok*
En la era moderna, la sostenibilidad no es simplemente una opción estratégica para las empresas; es una necesidad ineludible. En el mundo empresarial actual, dos conceptos fundamentales se entrelazan estrechamente: sostenibilidad y reputación, y su relación es simbiótica y profunda. La forma en que una empresa gestiona sus impactos ambientales, sociales y de gobernanza afectan su huella en el mundo, además de su imagen y legitimidad ante sus partes interesadas.
La sostenibilidad ya no es solo una etiqueta que se agrega a los informes anuales o una iniciativa de responsabilidad social corporativa para mejorar la imagen pública, se ha convertido en un factor crítico que influye en cómo se percibe una empresa y en última instancia, en su longevidad y éxito.
Y es que entre el 60 y el 67% del valor de mercado de una marca viene de la reputación, según estudios realizados por diferentes consultoras durante los últimos 3 años. Sin duda, es un activo intangible de mucho valor.
La gestión de intangibles -como son la reputación o la sostenibilidad- es ya uno de los temas donde las empresas Latinoamericanas están invirtiendo más tiempo y recursos. Tan sólo durante 2023 se invirtió 14.6% y 19.2% más que en 2022, respectivamente, de acuerdo con el informe Approaching The Future, tendencias en reputación y gestión de intangibles realizado por el CorporateExcellence.
Hoy las empresas y organizaciones son conscientes del papel que juegan como agentes sociales y de cómo su actuar puede transformar no solo su entorno, sino la manera en que son percibidas por sus consumidores, inversionistas y socios comerciales. Por ello, es indispensable que cuenten con una estrategia que considere su impacto medioambiental, social y económico para combinar y alinear los factores sociales y medioambientales con los objetivos corporativos. Para esto, la mentalidad debe estar enfocada en ampliar los conocimientos sobre sostenibilidad, evaluar las áreas corporativas, apostar por estrategias modernas y valiosas y, sobre todo, incorporar tecnologías que fomenten una cultura más sostenible.
Aquí la consideración a las Climatech es fundamental, y es que el hecho de que las empresas solo sean económicamente viables es casi insuficiente: se necesita una mirada más fuerte en su relación ambiental y social, y que la sostenibilidad sea incluso un pilar decisivo para su funcionamiento corporativo. Las Climatech en este aspecto son las encargadas de prestar los servicios tecnológicos e innovadores que llevan a las empresas y organizaciones a un camino más sostenible. Sus soluciones están orientadas a fomentar el consumo adecuado de recursos, a limitar el impacto ambiental, a acelerar la descarbonización y transición energética, entre otras respuestas para combatir la crisis ambiental que vivimos.
Quizás la principal diferencia radique en la importancia de las relaciones con el entorno y la comunidad en la sostenibilidad empresarial. Para una PYME, estas interacciones son directas y a menudo visibles para el cliente. Por otro lado, las grandes corporaciones enfrentan retos similares en una escala mayor, donde su impacto ambiental y social puede ser significativo y extenso. La forma en que una empresa se relaciona con su entorno, incluida la fauna local y la comunidad, es un aspecto clave de su sostenibilidad y en última instancia, de su reputación.
En resumen, la relación entre la sostenibilidad y la reputación empresarial es innegable. Las empresas que priorizan la sostenibilidad hacen lo correcto tanto para el planeta como para las generaciones futuras, y al mismo tiempo también construyen una base sólida para el éxito a largo plazo. En un mundo donde la reputación puede hacer o deshacer a una empresa, la sostenibilidad emerge como un pilar indispensable para el crecimiento, la estabilidad y el impacto positivo en la sociedad.