Por Vanessa Moreno, country manager Peru y Bolivia en Schneider Electric
El cambio climático emergente del uso intensivo de energías fósiles, según las Naciones Unidas, en los últimos 15 años ha significado pérdidas económicas para los países cuantificadas en 1.7 billones de dólares con una afectación directa e indirecta a 1.500 millones de personas, y esta es la estadística que obliga a la comunidad internacional a reflexionar sobre la necesidad de acciones concretas de mitigación a los efectos de la alteración del clima global.
Ante esta realidad lacerante, muchas luces de esperanza son avizoradas, en este sentido, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que América Latina y el Caribe puede reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 51% para el 2030 y alcanzar la neutralidad de carbono en el 2050 si se implantan políticas necesarias de transición energética.
Este contexto hace imprescindible que las empresas contribuyan con procesos empresariales más verdes y sostenibles, para lo cual es fundamental contar con infraestructura y tecnología que optimice su producción, incrementado eficiencias y protegiendo como ciudadanos corporativos responsables el medioambiente, así, asumiendo su rol clave en el proceso de transición energética que está aconteciendo a nivel global.
Esta desafiante tarea de reducir las emisiones de CO2, ser más eficientes en el uso de la energía y la mejor gestión del agua, están ligadas directamente con la optimización de los procesos productivos. La tecnología y digitalización actúan como facilitadores para lograr un mejor uso de esos recursos valiosos.
Hace un lustro, diversas empresas y compañías del orbe consideraban que la migración hacia la digitalización y automatización de procesos se constituía en un desafío alcanzable, pero lejano; sin embargo, tras el suceso de la pandemia y la normalización de una cultura más digital en la industria, el desafío se constituye en la adopción de acciones estratégicas de valor orientadas a reducir costos operativos, la atracción de talentos que entiendan esta alfabetización digital y que promuevan la adopción de sistemas avanzados en analítica.
Para la transición hacia el uso de energías renovables y aplicación de herramientas de eficiencia energética, es fundamental para diversas industrias, incluyendo la extractiva; la electrificación de procesos y el uso energías renovables que logren la transformación de estos sectores, reduciendo las emisiones de CO2 y mejorando la eficiencia operativa.
La dependencia continua de combustibles fósiles tiene graves consecuencias ambientales, como las altas emisiones de CO2 que contribuyen al calentamiento global, resultando en fenómenos climáticos extremos, pérdida de biodiversidad y efectos adversos en la salud pública. Este camino de carbonización no solo es insostenible, sino que también incrementa los costos operativos y afecta negativamente la reputación de las empresas.
Para maximizar el impacto de las tecnologías limpias, es esencial que los gobiernos implementen leyes que promuevan su adopción. Incentivos operativos y financieros pueden estimular a las empresas a invertir en tecnologías limpias, asegurando una transición fluida y efectiva. La creación de políticas que apoyen la investigación y el desarrollo de tecnologías verdes también es crucial para fomentar una adopción más rápida y amplia.
La digitalización y la inteligencia artificial (IA) desempeñan un papel crucial en esta transformación. Herramientas avanzadas permiten una gestión eficiente de la energía, optimizando el consumo y reduciendo la huella de carbono. La IA puede analizar datos en tiempo real, predecir tendencias y ajustar el uso de energía para maximizar la eficiencia. Por ejemplo, sistemas de gestión energética inteligentes pueden integrar múltiples fuentes de energía renovable, optimizando su uso según la demanda y las condiciones climáticas.
Industrias como la manufactura, la construcción y la agricultura pueden beneficiarse rápidamente de estas innovaciones, adoptando prácticas más sostenibles y mejorando su competitividad. La colaboración entre sectores y la transferencia de tecnología son esenciales para acelerar la transición energética.
Alinear estas iniciativas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030 de las Naciones Unidas es vital para mitigar el cambio climático. Las empresas deben integrar la sostenibilidad en su cultura corporativa, educando a sus colaboradores y stakeholders sobre la importancia de las prácticas ecológicas y fomentando una mentalidad de mejora continua.
El futuro de estas industrias depende de la capacidad de adaptarse y evolucionar hacia prácticas más sostenibles. La adopción de energías renovables y tecnologías avanzadas, apoyadas por un marco regulatorio adecuado, puede garantizar una industria próspera y respetuosa con el medio ambiente.
En conclusión, la descarbonización no es solo una posibilidad, sino una necesidad imperativa. Con el apoyo adecuado y un compromiso firme con la innovación y la sostenibilidad, las industrias pueden liderar la transición hacia una economía más verde, cumpliendo con las metas globales de sostenibilidad y asegurando un futuro próspero y sostenible para todos.