Tratamiento de aguas residuales se alza como opción en beneficio del sector agrícola

Medida podría permitir enfrentar un próximo estrés hídrico a nivel nacional

El tratamiento de aguas residuales en Perú ha tenido un avance sustancial en los últimos años. Según datos de la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass)[1], existen 202 plantas de tratamiento, de las cuales 171 se encuentran operativas y cumplen con su función de remover las partículas contaminantes.

Sin embargo, existen otras preocupaciones latentes como el estrés hídrico. Un informe elaborado por The Economist y Dupont[2] coloca a las ciudades de Trujillo, Lima y Arequipa en riesgo extremo de escasez de agua. A ello se suma que el 70% del líquido elemento para la agricultura no es distribuido de manera eficiente, según la Autoridad Nacional del Agua (ANA)[3].

Frente a este panorama, ha surgido una iniciativa para introducir nuevas tecnologías para el tratamiento de aguas servidas, con el objetivo de elevar la competitividad del sector agrícola a nivel nacional.

Según el investigador Honorato Ccalli Pacco de la Universidad Nacional de Moquegua, existen regiones donde falta agua para todo, por lo que no se puede desperdiciar ni una gota ante la poca lluvia.

«Se ha visto que este proyecto ayudaría primero a aprovechar el agua que nosotros desechamos, es decir, las aguas residuales. Por lo que se ha planteado utilizar un sistema similar al de países como Brasil», refiere.

El docente explica que existe un nuevo sistema de riego hidropónico recirculante que busca utilizar herramientas tecnológicas que permitan la utilización de menos agua e investigar la posibilidad de reducir el consumo de energía usando el nuevo sistema con fines agrícolas.

Para ello, la Municipalidad de Ilo ha otorgado un predio de 14 hectáreas a la Universidad Nacional de Moquegua a fin de desarrollar un primer piloto en el que se desarrollen cultivos con aguas servidas. Se adquirirán conocimientos, transferencia de tecnología, investigación y validación, además de capacitación y divulgación de resultados en este primer tramo.

«El desperdicio de agua sería mínimo, casi nada. Se aprovecharía todo. Vamos a implementar una pequeña planta piloto para llevarlo a otra escala, en regiones. Vamos a empezar con plantas medicinales y ver qué resultados tenemos luego con cultivo de tomates cherry o pimentones», detalla Ccalli.

A largo plazo, este proyecto pretende destinar sus descubrimientos a la agroexportación de productos de gran demanda en el extranjero, con lo que la Universidad Nacional de Moquegua también se convertirá en motor de desarrollo regional.