Trump revive la narrativa comercial con China en medio de señales mixtas

Trump se mostró desafiante frente al estrés que vivió el mercado de bonos en abril, minimizando su impacto y dejando claro que no recibió presiones.

El entorno geopolítico se entrelaza con la política comercial, la volatilidad monetaria y las expectativas corporativas en una jornada donde el protagonismo recae, nuevamente, sobre la administración de Donald Trump. Las señales de posibles negociaciones con China, los ajustes en las metas bursátiles, el inicio de la temporada de recompras y las posiciones encontradas entre potencias económicas delinean un mercado que transita entre la cautela, especulación y esperanza.

El mercado financiero estadounidense transita una semana de alto voltaje político y diplomático, con Donald Trump encabezando una ofensiva mediática que busca reposicionar su administración como epicentro de las decisiones económicas globales. Uno de los focos más sensibles gira en torno a la supuesta reactivación de negociaciones comerciales entre EE. UU. y China, afirmación que ha sido sostenida enfáticamente por Trump y su equipo más cercano, pero que ha sido desmentida oficialmente por Pekín.

En declaraciones exclusivas a la revista Time, Trump reveló que el presidente Xi Jinping lo ha contactado directamente y que existen “conversaciones activas” con China para llegar a un nuevo acuerdo comercial. El mandatario sostuvo que espera anunciar una “lista completa de acuerdos” en las próximas tres a cuatro semanas, a la vez que defendió su visión proteccionista afirmando que considera una “victoria total” mantener aranceles de hasta el 50 % sobre importaciones extranjeras dentro de un año. “No pueden dejarnos perder un billón de dólares anualmente”, enfatizó. A estas declaraciones se sumaron las del asesor económico Kevin Hassett, quien confirmó en Fox Business que “las reuniones han tenido lugar” y que, junto a Scott Bessent, presentarán próximamente al Congreso la nueva hoja de ruta fiscal del presidente.

Sin embargo, el Ministerio de Comercio de China, a través de su portavoz He Yadong, rechazó categóricamente cualquier tipo de negociación actual con Estados Unidos. En una conferencia de prensa en mandarín, calificó de “infundadas” las afirmaciones sobre avances bilaterales y exigió la abolición de las medidas arancelarias unilaterales como condición mínima para reanudar el diálogo. Este cruce de versiones refleja una grieta comunicacional profunda que podría tener implicaciones sustanciales sobre las expectativas del mercado y el sentimiento de riesgo global.

En paralelo, desde Bloomberg se filtró que el gobierno chino estaría evaluando la condonación del arancel del 125% sobre determinados productos estadounidenses, como equipos médicos y productos químicos industriales, además de estudiar la posible eliminación del arancel sobre el arrendamiento de aeronaves. Aunque no ha habido confirmación oficial, estos indicios sugieren movimientos discretos desde Beijing en respuesta a las presiones de Washington, particularmente en un contexto donde Apple anunció el traslado total del ensamblaje de iPhones vendidos en EE. UU. hacia India para el próximo año, lo cual representa un golpe a la participación industrial china.

Las tensiones arancelarias no se limitan a China. Corea del Sur pidió mantener conversaciones “tranquilas y ordenadas” con EE. UU., con la meta de alcanzar un acuerdo arancelario antes de julio. En reuniones celebradas en Washington, el ministro de Finanzas surcoreano Choi Sang-mok y el ministro de Comercio, Ahn Dukgeun, se encontraron con el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el representante comercial Jamieson Greer. Desde Japón, el primer ministro Shigeru Ishiba anunció un paquete económico de emergencia para contrarrestar los efectos adversos de los aranceles impuestos por la administración Trump, señalando el impacto asimétrico que la política estadounidense ha tenido sobre las economías exportadoras de Asia.

A nivel interno, Trump se mostró desafiante frente al estrés que vivió el mercado de bonos en abril, minimizando su impacto y dejando claro que no recibió presiones ni de Bessent ni de Lutnick para tomar medidas. Reiteró su voluntad de establecer un “precio justo” de aranceles diferenciados por país, manteniendo la presión sobre socios como Canadá (“no necesitamos nada de Canadá”, declaró), y sobre la Unión Europea, con quien el ministro de Finanzas alemán, Jörg Kukies, reconoció que hay voluntad bilateral, aunque advirtió que Alemania representa el principal obstáculo para evitar una recesión europea este año.

El entorno económico estadounidense muestra señales mixtas. El PIB del primer trimestre, medido por la Fed de Atlanta, se contrajo un -2,5%, por debajo del -2,2% estimado previamente. Las ventas de viviendas de segunda mano cayeron -5,9% mensual, ubicándose en 4,02 millones, frente a los 4,14 millones esperados. El índice de actividad nacional de Chicago también mostró debilidad con un registro de -0.03, por debajo del 0.12 previsto. Desde la Fed, Christopher Waller destacó que los aranceles se han vuelto una constante en los debates económicos, anticipando despidos, desempleo y ajustes salariales como mecanismos para compensar los sobrecostos. A su vez, Hammack de la Fed planteó la posibilidad de actuar en junio si los datos justifican una intervención, pero reconoció que la economía es “resistente” y que el impacto de la política comercial aún no está del todo claro.

En este contexto, los mercados han experimentado una ola de sentimiento mixto. La mesa de operaciones de Goldman Sachs señaló que los modelos CTA muestran más de cuatro días consecutivos de compras sistemáticas en EE. UU., con una posición corta reducida a $26 mil millones. Las estimaciones de recompra son alentadoras: se proyectan $1,45 billones en autorizaciones para 2025 y $1.160 millones en ejecuciones, lo que coincide con el inicio del período fuerte de recompras corporativas, históricamente uno de los más sólidos del año.

No obstante, la escalada arancelaria ha tenido un efecto directo sobre las proyecciones bursátiles. Once bancos de Wall Street han recortado sus objetivos para el S&P 500, incluyendo a Deutsche Bank, que redujo su meta de 7.000 a 6.150 puntos. El índice de sentimiento AAII revela que el número de inversores “alcistas” ha caído un 60% desde enero. A pesar de esto, el flujo comprador derivado de la “esperanza comercial” ha generado oscilaciones tipo “GIP Swing”, donde el impulso emocional supera la lógica fundamental en ciertos tramos del mercado.

Desde el plano corporativo, además del ya mencionado plan de Apple de abandonar progresivamente China, se destacó el reporte de Aon, que no cumplió con las expectativas de resultados: BPA de $5,67 frente a los $5,99 estimados, con ingresos de $4.700 millones contra $4.830 millones esperados. Este dato agrega presión a un trimestre donde la actividad empresarial sigue moderada.

En Europa, el Banco Central Europeo se prepara para revisar su estrategia en mayo. Miembros como Holzmann, Bailey y Lombardelli expresaron que los aranceles están dañando la inversión, la confianza del consumidor y podrían requerir ajustes más ágiles en la política monetaria. En Reino Unido, se descarta una recesión inminente, pero se reconoce la creciente incertidumbre.

En Asia, además de las medidas defensivas de Japón y Corea del Sur, el FMI señaló que varios bancos centrales asiáticos aún tienen espacio para relajar su política monetaria y utilizar la flexibilidad cambiaria como escudo ante shocks externos. Desde el sector financiero, el CEO de BNP Paribas indicó que no hay evidencia de retirada de bancos estadounidenses de China, a pesar del enfriamiento de relaciones.

El mercado global se encuentra suspendido entre la narrativa política de Trump y la realidad geopolítica de sus implicaciones. La supuesta reactivación de negociaciones con China, aunque aún sin confirmación bilateral, tiene el potencial de convertirse en un catalizador de corto plazo para el mercado accionario y las monedas emergentes. Sin embargo, el doble discurso entre Washington y Pekín, unido a la falta de medidas concretas, mantiene a los inversionistas navegando en aguas opacas.

Las cifras macroeconómicas en EE. UU. reflejan desaceleración, y la política monetaria de la Fed está en pausa estratégica a la espera de mayor claridad. A pesar de esto, la reactivación de las recompras corporativas y los flujos sistemáticos generan soporte técnico que podría extender un rally de alivio si las tensiones comerciales se moderan.

El escenario base contempla un segundo trimestre con alta volatilidad y divergencia entre expectativas políticas y fundamentos económicos. Si Trump logra anunciar acuerdos tangibles con China y evitar una escalada adicional de aranceles, los mercados podrían retomar la senda alcista impulsados por flujos técnicos. En cambio, una ruptura definitiva en el diálogo con China o un deterioro de las cifras macro consolidaría un entorno bajista para el verano. La clave estará en la capacidad del mercado para filtrar retórica política de hechos concretos.