Washington ha propuesto a Europa una iniciativa para congelar el conflicto en Ucrania.
En una jornada cargada de acontecimientos económicos, políticos y empresariales, los mercados globales transitan una etapa de redefinición estratégica marcada por tensiones geopolíticas, el reacomodo de bloques comerciales, señales mixtas desde los bancos centrales y una desaceleración progresiva en la actividad manufacturera y de consumo. A medida que los inversores tratan de anticipar el próximo giro en la política monetaria de Estados Unidos y Europa, y de decodificar la nueva postura comercial de Washington frente a Pekín, el mercado se comporta con una sensibilidad extrema ante cualquier indicio de distensión o agravamiento.
En el frente estadounidense, las autoridades de la Reserva Federal han intensificado su comunicación, revelando una postura aún dividida pero cada vez más atenta a los impactos colaterales de los aranceles y la rigidez del gasto de los consumidores. Neel Kashkari advirtió que el nivel de ansiedad en el sistema económico actual no se veía desde el estallido de la pandemia de COVID-19. En su evaluación, la inmigración ha sostenido el crecimiento económico, pero existen señales emergentes de debilitamiento laboral que merecen atención. El riesgo mayor, en su opinión, radica en el desanclaje de las expectativas de inflación si se insiste en mantener tarifas elevadas en un contexto donde los precios ya están tensionados. Thomas Barkin complementó esta lectura, señalando que las empresas se encuentran a la defensiva, difiriendo inversiones en un entorno donde el consumo pierde fuerza, y donde los datos manufactureros como el índice de Richmond (-13 frente a -6 esperado) refuerzan una narrativa de enfriamiento.
Los datos macroeconómicos siguen validando esta lectura prudente. El desplome de las solicitudes de hipotecas MBA (-12,7%) y la subida de las tasas a 30 años hasta el 6,90% revelan un mercado inmobiliario en proceso de contracción, lo cual suele ser un indicador adelantado de ajustes en la economía real. A esto se suma una clara contracción en manufactura y servicios, y un índice de miedo y codicia en niveles extremos (23/100), lo cual refleja el sesgo bajista que domina el sentimiento inversor.
En paralelo, la administración Trump ha impulsado un giro geoeconómico significativo. Las señales enviadas en las últimas horas muestran una clara distensión respecto a China: Trump ha prometido ser “muy amable” en las futuras negociaciones y ha planteado reducciones sustanciales de aranceles, marcando un cambio notorio frente al tono hostil de semanas anteriores. En respuesta, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino, representado por Guo Jiakun, expresó su disposición a retomar el diálogo, pero advirtió que no negociará bajo amenazas. Si bien aún se espera que el acuerdo comercial tome meses en concretarse, el reconocimiento mutuo de la necesidad de reequilibrar las economías —consumo en China y manufactura en EE. UU.— representa un nuevo marco de cooperación estratégica, como destacó el secretario del Tesoro, Bessent. A nivel interno, Trump también ha retrocedido en su presión sobre Jerome Powell, descartando públicamente la idea de destituir al presidente de la Fed, lo que ha ofrecido cierta estabilidad institucional al entorno monetario.
Por otra parte, las relaciones exteriores de EE. UU. también se han intensificado. Washington ha propuesto a Europa una iniciativa para congelar el conflicto en Ucrania, confirmada por JD Vance y reforzada por declaraciones del presidente Zelenskiy, quien mostró disposición a dialogar si se logra un alto el fuego. La diplomacia se ha activado en múltiples frentes: Irán expresó optimismo respecto a las negociaciones nucleares; la Casa Blanca confirmó que avanza en acuerdos comerciales con Japón e India; y se reveló que hay 18 propuestas comerciales activas con 34 países. En esta reconfiguración, la administración busca reforzar su hegemonía económica global sin abandonar su interés en mantener el dólar como moneda de reserva internacional, según enfatizó el propio Trump.
A nivel corporativo, los resultados del primer trimestre de 2025 han expuesto vulnerabilidades estructurales en empresas clave. Boeing reportó una pérdida por acción de $0,49, con ingresos apenas alineados con las expectativas ($19,5 mil millones) pero con un flujo de caja libre ajustado de -$2,29 mil millones, muy por debajo de lo estimado. Estos resultados reflejan no solo problemas operativos, sino también dificultades en su cadena de suministro y en la reactivación de entregas, particularmente en su división de aviación comercial. AT&T, en contraste, ofreció un desempeño más robusto, con ingresos de $30.600 millones y un EBITDA ajustado de $11.500 millones, superando las previsiones del mercado. Tesla también mostró señales de recuperación, impulsada por el anuncio de Elon Musk de que reducirá su implicación política y se centrará en los desafíos operativos de la compañía, mientras se declara casi culminado su proyecto con Dogecoin.
En Europa, el BCE ha transmitido una visión moderadamente optimista, con Christine Lagarde reafirmando que la inflación se encamina hacia el objetivo del 2% en 2025, aunque aún existe incertidumbre sobre el impacto neto de los aranceles. Lagarde sostuvo que el sistema bancario europeo es sólido, y que las políticas monetarias futuras dependerán “extremadamente de los datos”. Joachim Nagel, por su parte, defendió el paquete fiscal alemán como no inflacionario y destacó la importancia de preservar la posición del dólar como moneda de refugio internacional. En lo político, el presidente Macron evalúa convocar elecciones anticipadas en otoño, lo cual añade incertidumbre al escenario político francés. En el Reino Unido, la ONS corrigió al alza la tasa de demandantes de empleo hasta el 4,6 %, mientras la confianza del consumidor en la eurozona cayó a -16,7, acentuando la percepción de debilidad en la demanda interna.
Un elemento relevante en el panorama europeo es la sanción impuesta por la Unión Europea a Apple y Meta, con multas por un total de 700 millones de euros debido al incumplimiento de las normas tecnológicas. Apple fue sancionada con 500 millones por violaciones históricas, mientras Meta recibió 200 millones por su modelo de “consentimiento o pago”, considerado una infracción directa al marco regulatorio comunitario. Las empresas tienen dos meses para adaptarse o enfrentarse a nuevas sanciones.
En Asia, el sentimiento es mixto. China enfrenta un escenario de deflación incipiente, como advirtió el FMI, impulsada por una caída en la actividad global y por los efectos residuales de la guerra comercial. El precio del petróleo, en descenso, refleja esta desaceleración, lo que podría traducirse en una menor inflación general, aunque con riesgos para los ingresos fiscales de economías exportadoras. La disposición de Pekín a negociar marca un punto de inflexión en su estrategia, pero su exigencia de respeto y de un canal formal de comunicación con EE. UU. muestra que las tensiones persisten.
El escenario actual está dominado por una convergencia de riesgos macroeconómicos y oportunidades diplomáticas. El relajamiento de las tensiones comerciales entre EE. UU. y China podría ser el catalizador que los mercados necesitan para recuperar tracción en el segundo semestre del año, particularmente si se acompaña de una política monetaria más flexible hacia fines de 2025. No obstante, el enfriamiento visible del consumo y de la actividad industrial en Estados Unidos, así como la desaceleración persistente en Europa, sugieren que los inversores deben mantener una postura defensiva, especialmente ante activos sensibles a tasas de interés y ciclos económicos.
A corto plazo, veo probable que los mercados se mantengan volátiles, pero con sesgo alcista si se consolidan las señales de distensión comercial y la Fed comienza a preparar el terreno para una pausa o recorte de tasas en la segunda mitad del año. En renta fija, la subida de los rendimientos y la debilidad del dólar podrían continuar si las expectativas inflacionarias se moderan. En acciones, sectores defensivos y de alta calidad seguirán liderando mientras se espera mayor claridad sobre el rumbo político y económico. El fortalecimiento del multilateralismo comercial y la recuperación progresiva del diálogo geopolítico serán los factores clave para definir si estamos ante un punto de inflexión o solo una tregua temporal en un ciclo prolongado de turbulencia global.