La adopción de esta tecnología también conlleva desafíos, como la seguridad digital y la confianza en los sistemas de votación.
Las cooperativas vienen adoptando nuevas tecnologías para reducir su impacto ambiental y mejorar su eficiencia. En este contexto, el voto electrónico se posiciona como una herramienta clave para transformar los procesos electorales internos, ofreciendo un modelo más ecológico, seguro y transparente.
La transición del voto tradicional en papel al digital representa una solución sostenible que reduce drásticamente el uso de papel, disminuye los costos logísticos y minimiza la huella de carbono asociada a la organización de elecciones. «Las cooperativas, por su naturaleza colaborativa y su compromiso con el desarrollo sostenible, encuentran en el voto electrónico una herramienta que refuerza su visión de futuro, alineada con la digitalización y la eficiencia», agregó Felipe Lorca, Gerente General de EVoting, empresa que ha realizado más de 3.000 procesos electorales en su historia. Frente a ello Lorca nos comenta algunos beneficios relacionados a la sostenibilidad:
- Reducción del consumo de papel: Disminuye drásticamente el uso de materiales impresos, contribuyendo a la conservación de recursos naturales.
- Menos emisiones de carbono: Reduce el impacto ambiental al eliminar la necesidad de transporte de materiales y la movilidad de votantes hacia los centros de votación.
- Menos residuos: Al eliminar papeletas y otros materiales físicos, se reduce la generación de desechos que impactan el medio ambiente.
- Optimización del uso de energía: La digitalización del proceso reduce el consumo energético asociado a la producción y distribución de documentos.
- Promoción de la responsabilidad ambiental: Fomenta una cultura organizacional alineada con prácticas sostenibles y el uso responsable de tecnologías.
Además de los beneficios ambientales, el voto electrónico fortalece la participación de los socios, permitiendo que miembros de distintas regiones puedan ejercer su derecho al voto sin restricciones geográficas. Esto es especialmente relevante en cooperativas con una amplia base de socios dispersos, donde la presencialidad se convierte en un obstáculo para una democracia inclusiva.
La adopción de esta tecnología también conlleva desafíos, como la seguridad digital y la confianza en los sistemas de votación. “Para garantizar la integridad del proceso, muchas cooperativas están apostando por plataformas con buenas políticas de seguridad y auditorías independientes que aseguren la transparencia y fiabilidad del voto electrónico” precisó Lorca.
Con la creciente digitalización de los procesos cooperativos, el voto electrónico no solo se perfila como un aliado de la sostenibilidad, sino también como un catalizador de una participación más activa y equitativa entre los socios. De cara al futuro, esta tecnología podría consolidarse como el estándar en la gestión democrática de las cooperativas, marcando un hito en la evolución de estos modelos de organización.